Hoy se celebra el Día del Abogado en conmemoración de Juan Bautista Alberdi

Los argentinos celebramos hoy el Día del Abogado porque el 29 de agosto de 1810 nació Juan Bautista Alberdi, conocido por su décimo libro, Bases y Puntos de Partida para la Organización Política de la República Argentina, que escribió inmediatamente después de la batalla de Caseros, ocurrida el 3 de febrero de 1852.

Alberdi tuvo una vida dura. Nació en Tucumán.

Su padre, Salvador Alberdi, era un comerciante vasco, que había dirigido una de las cuatro compañías que organizó José Ignacio Garmendia y Alurralde para la defensa de Buenos Aires de las Invasiones Inglesas. Su madre, Josefa Aráoz y Balderrama, integrante de una de las familias más ricas de Tucumán, era criolla y falleció a causa del parto de Juan Bautista.1

Su familia apoyó la Revolución de Mayo desde sus inicios y su padre frecuentó al general Manuel Belgrano cuando estaba al frente del Ejército del Norte.

Pero falleció en 1822 y Juan Bautista quedó huérfano a los 12 años.

A causa de su afición por la música, fue errante en el estudio de derecho. Estudió en Tucumán, Buenos Aires, Córdoba, Uruguay y finalmente se recibiría de abogado en Chile.

Ya  de regreso en Buenos Aires, se sumó al grupo de intelectuales que se conocen como la Generación del ´37 entre los que se encontraban Marcos Sastre, Juan María Gutiérrez, José Mármol y Miguel Cané (padre), entre otros.

Siempre le preocupó la organización del país, de ahí que sus tesis doctoral fuera el Fragmento Preliminar al Estudio del Derecho (que es brillante) en el que hizo un diagnóstico de la situación nacional y planteó las soluciones.

ajo el gobierno de Juan Manuel de Rosas, el Salón Literario de la Generación del ´37 se convirtió en una logia con el nombre de “La Joven Argentina” que editaba panfletos (así se los llamaba en la época) contra el caudillo.

Finalmente, ante la persecución, debió exiliarse en Uruguay. 

A Montevideo llevó las ideas de organización nacional y constitucionalismo llevando en su equipaje los estatutos de la nueva asociación, que se editarían luego con el nombre de “Dogma Socialista”.

En Montevideo trabajó como abogado y periodista apoyando la intervención francesa contra el gobierno de Rosas y escribiendo artículos en varios periódicos, respaldando las acciones militares de ese país contra el suyo. También fue secretario del general Juan Lavalle, de quien se alejó debido a diferencias políticas. En este período escribió sus dos obras de teatro: La Revolución de Mayo y El gigante Amapolas, sátira sobre el régimen rosista y caudillista.

En 1843, durante el sitio militar de Montevideo por un ejército comandado por Oribe y subvencionado por Rosas, logró escapar disfrazado de marinero francés y se trasladó a Europa junto a Juan María Gutiérrez. Residió en París unos pocos meses y conoció al general José de San Martín.

Regresó ese mismo año a América y se instaló en Valparaíso, Chile, donde revalidó su título y ejerció como abogado. Allí presentó una nueva tesis doctoral: “Sobre la conveniencia y objetos de un Congreso General Americano”, donde expuso la idea de la unidad americana por medio de la fusión aduanera.

A su vez, adquirió la finca Las Delicias y se puso en contacto con Domingo Faustino Sarmiento, cabeza de la emigración argentina en Chile. Y escribió artículos costumbristas para periódicos chilenos bajo el seudónimo de Figarillo.

En Chile se dedicó a estudiar la constitución de los Estados Unidos. Entendía que Rosas no estaría por mucho tiempo en el poder y quería formarse para cuando se debatiera una vez más la Constitución Argentina.

Justamente,  de su estudio de la Constitución norteamericana surgió Bases y Puntos de Partida para la Organización Política de la República Argentina, tratado de derecho público editado por la imprenta del periódico El Mercurio, de Valparaíso, que sería el soporte de nuestra Constitución Nacional de 1853.

Este libro que escribió en quince días y lo publicó en mayo de 1852 lo terminó de hacer famoso.

Meses después lo reeditaría con ampliaciones, incluyendo un proyecto de Constitución, basado en la Constitución Argentina de 1826 y en la de los Estados Unidos.

En 1853 publicó un tratado complementario de Bases llamado Elementos de derecho público provincial argentino.

Todas sus ideas tuvieron como fundamento el liberalismo político y económico.

En 1955 cumplió funciones dipolomáticas en Europa para la Confederación Argentina a cargo de Justo José Urquiza, lo que lo llevó a pelearse con Domingo Faustino Sarmiento.

Sus gestiones en el exterior fueron interrumpidas cuando Bartolomé Mitre derrotó a Urquiza en la batalla de Pavón en 1862. Mitre asume la presidencia de la Nación ese mismo año y Alberdi regresa al país llegando a ser diputado nacional.

Como diputado, se sumó a la disputa por la sucesión presidencial desatada en 1880 cuando el gobernador de Buenos Aires, Carlos Tejedor se sublevó contra el presidente Nicolás Avellaneda.

Avellaneda trasladó la sede del gobierno al pueblo de General Belgrano. Y lo siguió el Congreso de la Nación pero no Alberdi.

Al vencer Avellaneda en la contienda, Buenos Aires fue declarada Capital de la Nación por ley que fue refrendada por la legislatura provincial. Y los diputados que no acompañaron al presidente fueron declarados cesantes.

Y entonces comenzaron todos sus problemas. Durante ese período fue designado doctor honoris causa de la Facultad de Derecho de Buenos Aires y asistió a la colación de grados celebrada el 24 de mayo de 1880 para hacer uso de la palabra. Pero por s delicada salud, entregó su discurso a su alumno Enrique García Merou (luego su biógrafo).

La exposición  llevaba el título de “La omnipotencia del Estado es la Negación de la Libertad Individual”. Y era un extracto sobre la doctrina del estado omnipotente a la cual oponía la tesis cristiana que consagra el valor inviolable de la libertad y la personalidad humana, base del progreso y la civilización.

Mitre, avivando viejos rencores que habían surgido durante la terrible guerra que llevó adelante desde su presidencia contra Paraguay y que Alberdi criticó al punto de editar el libro “El crimen de la guerra”, desde su diario La Nación se empeñó en desacreditar. Incluso se opuso a la impresión de sus obras completas por parte del Estado Nacional mediante un proyecto de ley que el presidente Julio, sucesor de Avellaneda, envió al Congreso y también a su nombramiento como embajador en Francia.

De todos modos, las obras fueron editadas, pero en el senado no obtuvo el consenso necesario para la designación diplomática.

Abrumado por esta circunstancia, Alberdi se marchó nuevamente a Francia y falleció en en Neuilly-sur-Seine, suburbio de París, el 19 de junio de 1884, a la edad de 73 años, recibiendo cristiana sepultura sus restos en el cementerio de dicha localidad.