Roberto Balaguer, es un psicólogo especialista en internet y nuevas tecnologías de comunicación. Por medio de sus escritos y conferencias TED, educa sobre los cambios que producen las IT en nuestro modo de relacionarlos e interactuar.
En ese contexto, experto brindó los tips a tener en cuenta para proteger a nuestros niños, en los tiempos que corren.
1. Enseñarles a comportarse en los contextos digitales
Desde que nacen, nos ocupamos de transmitirles a nuestros hijos cuál es el modo de comportarse correctamente en la sociedad en la que viven. La misma educación, debe volcarse al contexto digital.
Como indica Balaguer, se trata de “un proceso que comienza desde pequeños. Hoy por hoy, es importante que los padres entiendan que los procesos de socialización de sus hijos incluyen también a las redes sociales. Es decir, si hasta hace poco en nuestras casas enseñábamos a manejarse en la calle, en las plazas, en la vida cotidiana, con sus compañeros en el jardín, hoy tenemos que empezar a educarlos sobre cómo desenvolverse en los entornos digitales”.
2. Ocuparnos de entender las redes sociales
Pero para poder hacerlo, primero es necesario que los padres tengan una cierta noción de cómo funciona el mundo virtual. “Quienes están arriba de los 40 años, llegaron un poco tarde a internet y no siempre conocen bien esos entornos”, advierte Balaguer. “Entonces a ellos se les hace más difícil poder transmitirles ciertos valores y vivencias propias que podrían aplicar a la enseñanza de sus hijos. En cambio, los millennials, muchos de los cuales ya tienen hijos, cuentan con experiencia en el campo virtual. Esto es una buena noticia porque se inicia una nueva generación de padres con conocimientos y ‘calle’ en temas de redes sociales y ciudadanía digital. Eso los hace más efectivos a la hora de ser capaz de trasmitirles a sus hijos algunas pautas sobre cómo manejarse de forma segura y respetuosa en la web, y a no incurrir en ciertas prácticas que puedan perjudicar su presente y su futuro”.
3. La enseñanza y el acompañamiento vienen desde casa
“Las instituciones educativas, responden a una constitución más física, material y ‘sólida’ al decir de Zygmunt Bauman. Por eso, todavía les cuesta poder incorporar estas nociones en su currícula”.
Si bien la influencia primaria la tienen los papás, aún no se puede delegar en las escuelas la enseñanza de cómo comportarse en el entorno virtual. Así es que hay que tomar las riendas de esta problemática de nuestros hijos, educar, educarnos y estar atentos. “Toda la comunidad educa”.
4. Ante todo el respeto, también en internet
¿Hasta qué hora se puede enviar un mensaje por WhatsApp? ¿Qué clases de chistes puedo hacer en un grupo? ¿Qué información y fotos personales no debería incluir en Facebook? ¿Puedo decir malas palabras en Twitter? Las normas sobre cómo manejarse en el entorno de redes no están escritas y aun no existen convenciones claras. Sin embargo, para Balaguer contamos con parámetros que pueden guiarnos: “Buscar consensos es parte de la vida cotidiana. En la vida ‘real’ nos cuesta ponernos de acuerdo ¿Por qué no habría de pasar esto en el terreno virtual? Lo esencial puede reducirse a manejarse con respeto – hacia uno y hacia los otros – y mantenerlo como una columna vertebral en todas nuestras acciones, sin importar la red, el horario o el entorno. Hay que usar el buen juicio para pensar si es apropiado enviar un WhatsApp a ciertas horas o publicar determinada foto. En función de las características de cada grupo, en algunos podrá hacerse mientras que, en otro, tal vez no. Lo mismo con el material que se comparte y el lenguaje que se utiliza. Lo importante, al final de cuentas, es ser respetuosos: de las imágenes que manejamos, de las cosas que decimos. No hay que caer en el error de creer que, porque esté mediatizado, uno es libre de hacer y de decir lo que se te antoja. Eso es lo que nos hace caer en esas trampas mortales”.
5. Cuidado con los peligros externos
Así llama Balaguer a aquellas “personas que buscan quitarnos información o algo de valor o, a un nivel más patológico, como la pedofilia. Se trata de gente capaz de jugar con las emociones y las identidades para tratar de atrapar y atraer a un/a jovencito/a. Esto puede derivar incluso en abuso sexual. Hablamos aquí de todo lo referente a pérdida de información, posibilidad de hacer incurrir a los jóvenes en gastos excesivos por medio de juegos o de páginas, que tiene cierta apariencia real, pero que terminan siendo truchas y que generan gastos en las tarjetas de los padres que a veces, por excesiva confianza y por descuido, se las dan para juegos o aplicaciones”.
6. Los peligros internos son aún más complejos
Para este psicólogo especialista en nuevas tecnologías, los mayores peligros, y los más complejos, provienen sin embargo de adentro: “La tendencia de algunas personas de necesitar buscar fama, un lugar, de ser queridos, apreciados. Ese vacío los lleva a compartir cosas, información íntima o fotos, en un intento de lograrlo. Pero esto deriva en situaciones en las que no se respetan a sí mismos y que los hace carnada del bullying o de alguien con intensiones aún más peligrosas”.
7. El Bullying en la era digital puede ser fatal
“El Bullying está a mitad de camino entre lo externo y lo interno, porque para que se de este fenómeno tiene que haber más de dos personas. Lo realmente grave, es que, en el caso de las redes sociales es perenne: todo eso queda escrito, documentado, visible una y otra vez. La víctima siente que no tiene lugar en donde esconderse. Las ofensas pueden viralizarse y reproducirse una y otra vez. Se vuelve muy traumatizante para quien lo sufre. Esta problemática es tan compleja porque los entornos de redes sociales no responden a una lógica territorial, sino una lógica de conexiones. Uno puede cambiarse de escuela, de barrio, de provincia, pero aun así no podrá salirse de los entornos de redes sociales o es muy difícil hacerlo”.
8. Es vital enseñarles a pedir ayuda
No enseñarles a los chicos a que pueden y deben recurrir a los adultos ante cualquier problema o duda, deja a nuestros hijos con una alta vulnerabilidad. “Se da porque los niños y adolescentes, no suelen pedir ayuda a sus padres, ya que piensan que deben resolverlo ellos solos, o que es parte de la complejidad que les toca en su pubertad, adolescencia o incluso niñez. Sólo un 15% acude a los adultos para pedir ayuda. De poder hacerlo, estas situaciones podrían revertirse rápidamente. Además, en su silencio muchas veces se esconde el miedo a ser incomprendidos y a terminar perdiendo Internet, las redes o su celular”.
Por Muriel Balbi