La Vía Láctea, ese brillante camino de estrellas que ha dominado el cielo nocturno desde tiempos inmemoriales no es más que un recuerdo borroso para una tercera parte de la población actual debido a la contaminación lumínica. Según un equipo de científicos de Italia, EE. UU., Alemania e Israel que han elaborado un detallado mapa global sobre este problema, un 80 % de la humanidad está afectada seriamente por la contaminación lumínica.
“En Estados Unidos hay generaciones enteras de personas que nunca han visto la Vía Láctea”, dice Chris Elvidge, coautor del estudio y científico de los Centros Nacionales para Información Ambiental de la administración NOAA. La contaminación lumínica es una de las formas más extendidas de impacto medioambiental. En los países más desarrollados, la presencia de luces artificiales en todas partes crea una especie de neblina que impide observar las estrellas y constelaciones en el cielo nocturno.
“Esperamos que el atlas conciencie a la gente respecto a la gravedad del problema de contaminación lumínica”, afirma Fabio Falchi, autor principal del estudio e investigador del Instituto de Ciencia y Tecnología de Contaminación Lumínica en Italia. Los científicos han elaborado el mapa con datos de satélites de alta resolución, como el sistema Suomi National Polar-orbiting Partnership de la NASA y otras detalladas mediciones del brillo del cielo. Los resultados ofrecen el análisis más preciso hasta la fecha del impacto que tienen las luces artificiales a escala global en nuestro planeta.
Según el estudio, Singapur, Italia y Corea del Sur están entre los países donde la contaminación lumínica es más intensa, mientras que Canadá y Australia, que son naciones muy extensas y poco pobladas, todavía conservan los cielos más oscuros. En Europa occidental, solo en algunas regiones, principalmente en áreas de Escocia, Suecia y Noruega, se pueden observar bien las estrellas. España también suspende en contaminación lumínica, excepto en zonas como Canarias, Sierra Morena o Gredos.
Al otro lado del Atlántico, y a pesar de los inmensos espacios abiertos del oeste norteamericano, casi la mitad de los estados de EE UU están expuestos a la contaminación lumínica durante la noche. Los parques nacionales como Yellowstone y el desierto del suroeste del país son casi el último refugio de la oscuridad. La contaminación lumínica no solo priva a los seres humanos de la oportunidad de admirar el cielo nocturno; también puede confundir a la fauna: insectos, aves y tortugas marinas lo sufren particularmente, a veces con consecuencias fatales. El problema se puede controlar poniendo pantallas en los focos para limitar su brillo en el entorno, reduciendo las horas de iluminación artificial, usando bombillas de menos impacto o simplemente apagando la luz cuando no es necesaria.