El 13 de abril de 1813 las autoridades de las Provincias del Río de la Plata, con asiento en la hoy Ciudad Autónoma de Buenos Aires, recibieron el mandato de la Asamblea representativa de la mayoría de los pueblos integrantes del ex Virreinato del Río de la Plata de crear las primeras monedas propias, en un claro síntoma independentista luego concretado a través de los congresos del Arroyo de la China de 1815 y de San Miguel de Tucumán, de 1816.
Ese día la Asamblea del Año XIII, como quedó graficado por la historia, decidió que se emitiesen una moneda de oro y otra de plata siguiendo las normas en materia de ley y peso que las que por entonces regían en el decadente imperio español desde los tiempos del rey Carlos IV, padre del por entonces monarca Fernando VII, pero con un diseño acorde con la independencia fáctica, desde el 25 de mayo de 1810, aunque aún no formalizada, de la ex colonia.
La decisión fue comunicada al poder ejecutivo constituido por el denominado Segundo Triunvirato integrado en ese momento por Nicolás Rodríguez Peña, Antonio Álvarez Jonte y José Julián Pérez, con Manuel José García como secretario, quiénes recién el 28 de julio, tres meses y medio después, convalidaron esa decisión para que las monedas así creadas pudiesen comenzar a ser acuñadas en la ceca de Potosí, en el Alto Perú, la actual Bolivia.
Esa zona minera debió ser abandonada por los patriotas tras el desastre de Huaqui de 1811 pero fue recuperada el 20 de febrero de 1813 a raíz de la victoria del general Manuel José Joaquín Belgrano en la Batalla de Salta, lo cual permitió obtener los minerales preciosos que permitieron las acuñaciones de las nuevas monedas, entre las que hubo variantes en sus presentaciones a partir del mismo 1813, pero siempre dejando en evidencia el espíritu libertario bajo la consigna “En Unión y Libertad” y al dorso “Provincias del Río de la Plata”.
La carencia de matrices y otros elementos utilizables para la acuñación hizo que además de ciertas variantes de diseño cada moneda tuviese matices que la diferenciaba de las restantes tanto en el caso de las de plata como en las de oro que se acuñaron en la ceca bajo la conducción del responsable de la tarea, Pedro Benavídez.
Tanto una moneda como la otra tenían una cara con centro en el sol y la otra con el escudo rodeando al primero las letras de la leyenda “Provincias del Rio de la Plata” y al segundo “En Unión y Libertad”, aunque en el caso de la de oro se agregaban otros elementos como la bandera, debiendo señalarse que en la acuñación se alteró lo aprobado por la Asamblea del Año XIII y convalidado por el Segundo Triunvirato ya que mientras la norma era que el escudo fuera el anverso y el sol el reverso en la ceca potosina se hizo exactamente lo contrario.
De esa manera las Provincias del Río de la Plata que comprendían los actuales territorios de la Argentina, el Uruguay, Bolivia, parte de Chile y parte del Brasil, se convirtieron en el primer estado de Iberoamérica en acuñar una moneda propia remarcando su clara decisión de independizarse del poder colonial de la corona española, algunos de cuyos ejemplares son obtenibles en el mercado de coleccionistas y cuyo costo, para las de plata, se sitúa en el orden de los 13.000 pesos.