El papa Francisco advirtió este viernes a los líderes de los 27 países de la Unión Europea que “no hay paz donde falta el trabajo o la perspectiva de un salario digno”, al tiempo que les pidió que el Continente no se encierre “en el miedo de las falsas seguridades”, que invierta “en el desarrollo y en la paz” y que encuentre “esperanza en la solidaridad” como “el antídoto más eficaz contra los modernos populismos”.
Además, al recibirlos en el Vaticano en medio de la conmemoración del 60 aniversario de los tratados que dieron origen a la UE, pidió no gestionar la “grave” crisis migratoria “como si fuera sólo un problema numérico, económico o de seguridad”.
Tras remarcar que la Santa Sede está “inseparablemente unida” a Europa, el Pontífice recordó el marco de la firma del Tratado que en 1957 sentó las bases para la integración regional y durante su discurso en la Sala Regia del Palacio Apostólico del Vaticano pidió “conocer bien los desafíos de entonces para hacer frente a los de hoy y a los del futuro”.
Así, frente a la alemana Angela Merkel, el francés Francois Hollande y el español Mariano Rajoy entre otros, calificó a la UE como una “realidad política, económica, cultural, pero sobre todo humana”.
El Papa Francisco llamó a la unidad europea y condenó los movimientos anti-inmigratorios
“A quien gobierna le corresponde discernir los caminos de la esperanza. Esta es su tarea: identificar los procesos concretos para hacer que los pasos realizados hasta ahora no se dispersen, sino que aseguren un camino largo y fecundo”, les dijo.
“Los Padres fundadores nos recuerdan que Europa no es un conjunto de normas que cumplir, o un manual de protocolos y procedimientos que seguir. Es una vida, una manera de concebir al hombre a partir de su dignidad trascendente e inalienable y no sólo como un conjunto de derechos que hay que defender o de pretensiones que reclamar”, aseveró el Obispo de Roma antes de pedir que los jóvenes tengan “posibilidades reales de inserción en el mundo del trabajo”.
Durante su discurso de más de una hora, Jorge Bergoglio enmarcó la conmemoración en una época moderna “dominada por el concepto de crisis” que representa “un tiempo de desafíos y de oportunidades”.
“Está la crisis económica, que ha marcado el último decenio, la crisis de la familia y de los modelos sociales consolidados, está la difundida ‘crisis de las instituciones’ y la crisis de los emigrantes: tantas crisis, que esconden el miedo y la profunda desorientación del hombre contemporáneo, que exigen una nueva hermenéutica para el futuro”, planteó.