La Agencia Espacial Europea (ESA) y la rusa Roscosmos están de festejo, tras confirmarse el exitoso aterrizaje en Marte del módulo de pruebas “Schiaparelli” de la misión ExoMars, que despegó hace siete meses.
Se trata del primer intento con éxito de Europa y de Rusia para aterrizar un vehículo desde el “fracaso heroico” europeo del Beagle 2 hace más de una década. También la Unión Soviética intentó enviar sondas al planeta vecino a partir de 1960, pero sufrió una serie de reveses y desistió.
Los científicos esperan ahora actualizaciones sobre el estado de la sonda Schiaparelli, con forma de disco y de 577 kilos, que está probando tecnologías para un vehículo explorador más complejo que llegará en 2020, afirmó la Agencia Espacial Europea.
El módulo de aterrizaje fue bautizado en homenaje a Giovanni Schiaparelli, el astrónomo italiano que en 1877 comenzó a cartografiar la topografía de Marte. Schiaparelli forma parte del programa europeo-ruso ExoMars, que buscar señales de vida pasada y presente en Marte.
Este representa el segundo intento europeo de aterrizar una nave en Marte, después de que el módulo británico Beagle 2 fue expulsado de la nave Mars Express en 2003, pero nunca hizo contacto luego de no lograr desplegar sus paneles solares en el aterrizaje. En ese momento la situación fue descrita como “un fracaso heroico”.
El aterrizaje en Marte, el vecino de la Tierra ubicado a unos 56 millones de kilómetros de distancia, es una tarea muy difícil que ha frustrado la mayoría de los esfuerzos de Rusia y también ha dado problemas a la NASA.
Un entorno aparentemente hostil en el planeta rojo no ha restado su atractivo y el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, subrayó recientemente su promesa de enviar seres humanos allí para la década de 2030.
Aterrizaje de Schiaparelli
La maniobra automática de aterrizaje comenzó a 121 kilómetros de la superficie de Marte con una rápida disminución en la velocidad, hasta entonces de 21.000 kilómetros por hora.
Tres minutos después, cuando el módulo descendió a 1700 kilómetros por hora y se ubicó a 11 kilómetros del suelo, abrió un gran paracaídas. A un kilómetro de altura el módulo se soltó de él y puso en funcionamiento sus motores de frenado y finalmente, a dos metros del suelo, una especie de airbag se activó para proteger al módulo del impacto. El aterrizaje se produjo en la llanura Meridiani Planum, cerca del ecuador del planeta.
El centro de control de la misión, situado en Darmstadt (Alemania), no intervino en el aterrizaje, ya que hay un retardo de unos 10 minutos en la comunicación.
“Vivimos con gran emoción estos momentos porque son años de trabajo y la misión es de verdad compleja, al límite de los conocimientos tecnológicos”, dijo Donato Amoroso, administrador delegado de Thales Alenia Space Italia, la empresa responsable de la proyección y construcción de la sonda Schiaparelli.
El módulo Schiaparelli y el satélite en el que viajó hasta ahora, Trace Gas Orbiters (TGO), partieron hace siete meses de la base espacial de Baikonur, en Kazajstán, y forman parte de la misión ExoMars, que intentará buscar indicios de vida en Marte.
Segunda misión
El satélite TGO alcanzará a finales de 2017 la órbita deseada para poder emprender su investigación a unos 400 kilómetros sobre Marte. La segunda parte de la misión, que planea el aterrizaje de un “rover” en el planeta vecino, está prevista para 2020. El futuro de esa segunda fase dependía del éxito del aterrizaje de Schiaparelli y de la entrada en órbita de TGO.
La sonda y el módulo de aterrizaje Schiaparelli constituyen el primer episodio de ExoMars, una ambiciosa misión científica ruso-europea que se divide en dos tiempos (2016 y 2020) y apunta a buscar indicios de una vida actual y pasada en Marte.
TGO (Trace Gas Orbiter) debe “olfatear” la atmósfera marciana para detectar rastros de gases como el metano, que podría indicar la presencia de una forma de vida actual en el planeta.