Por tratarse de un billete hecho con un polímero común, ideado para que tenga mayor durabilidad y sea más difícil de falsificar, alguien pensó que podía servir para otras cosas y lo probó.
Los ingleses, gente afecta a la música y a las tradiciones, encontraron que con ese billete firmemente sostenido en la mano, podían reemplazar a las viejas púas de los tocadiscos de vinilo. Lo probaron y funcionó.
Y entonces nació el furor y la viralización de las experiencias. En las redes sociales muchos usuarios comenzaron a subir su propia experiencia con los discos de vinilo que tenían guardados en algún cajón de la casa.
Orgullosos de su nuevo billete y deseosos de mostrar y aprovechar sus colecciones de discos, las pruebas aparecieron en toda la web.