Dos ciudades al noroeste de Los Ángeles se transformaron en verdaderos infiernos sin control. El fuego comenzó en la noche del martes y avanzó destruyendo edificaciones, por lo cual se declaró el estado de emergencia. En octubre de 2016 se produjeron 44 muertes por este tipo de siniestros.
Los condados afectados son Ventura y Santa Paula, sur de California, donde más de 150 edificios quedaron destruidos y miles de usuarios sin electricidad en los 182 kilómetros cuadrados arrasados por las llamas.
El incendio destruyó un edificio de apartamentos y un hospital psiquiátrico, y obligó a cerrar escuelas, una universidad y varias carreteras y autopistas.
El fuego se desplazaba imparable, avivado por los fuertes y secos vientos, que impedían trabajar a medios aéreos, aunque los bomberos confían en que amaine lo suficiente para poder despegar aviones y helicópteros.
“Esperamos un comportamiento errático de los vientos y del fuego a lo largo del día”, aseguró el Departamento de Bomberos de Ventura.
El gobernador de California, Jerry Brown, declaró en un mensaje en su cuenta de Twitter que, aunque este fuego se “extiende rápidamente”, seguirán trabajando para “atacarlo con todo lo que tenemos”.
Este fuego se produce en el peor año de incendios forestales en California, debido especialmente a los 250 registrados en octubre pasado en varios condados al norte del estado y que asolaron buena parte de las reconocidas regiones vitivinícolas de Napa y Sonoma. Estos fuegos costaron la vida a 44 personas y destruyeron cerca de 8.900 viviendas y estructuras, según el recuento final de la agencia estatal californiana de protección contra incendios Cal Fire.
A este incendio de en los condados de Ventura y Santa Paula, que han declarado el estado de emergencia local, hay que sumar otros tres en el sur de California, en áreas de Los Ángeles, Riverside y San Bernardino.