Las inmediaciones de la Casa Rosada estarán completamente vedadas al tránsito desde temprano, e incluso los periodistas y los empleados afectados a la visita deberán sortear un rigurosísimo operativo de seguridad. La Casa de Gobierno será copada en su totalidad por las autoridades estadounidenses, que tendrán el control casi absoluto del lugar.
“No esperamos algún anuncio trascendente, la visita y el anuncio de la desclasificación de los archivos de la dictadura ya lo son en sí mismos”, confiaron fuentes oficiales sobre la visita, a casi veinte años del viaje de Bill Clinton.
Para las 14 del miércoles se prevé que el presidente norteamericano deposite una ofrenda floral en la Catedral Metropolitana, frente a los restos del general José de San Martín: recorrerá el escaso trayecto en automóvil, custodiado al extremo. Desde allí, partirá a un encuentro en la embajada norteamericana y luego irá hacia la Usina del Arte, en el barrio porteño de La Boca, donde disertará frente a jóvenes emprendedores. Antes, el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, le entregaría la llave de la ciudad de Buenos Aires.
Por la noche, Macri agasajará a su par estadounidense con una cena en el Salón de los Escudos del Centro Cultural Kirchner (CCK), en el segundo piso del edificio. Será una comida para 400 invitados. Las mesas distribuidas en el salón serán para diez comensales cada una.
El jueves por la mañana, 40 aniversario del último golpe de Estado, ambos presidentes visitarán el Parque de la Memoria. Se espera la presencia de personalidades de organismos de Derechos Humanos. Tras el acto, Obama partirá hacia Bariloche, donde descansará durante el día junto a su familia. Coincidirá con Macri, que tiene previsto viajar ese mismo día al sur del país para pasar los feriados de Semana Santa con su mujer y su hija menor.