Investigadores argentinos han participado del gigantesco estudio Inter-Heart en donde esta asociación volvió a confirmarse. Utilizando una serie de preguntas para conocer el “stress psicosocial persistente”, su asociación con infarto superó incluso al tabaquismo.
En forma minuciosa se ha demostrado como diferentes estados emocionales “negativos” son interpretados por el organismo como heridas físicas, lo que lleva a activar complejos mecanismos biológicos que resultan perjudiciales. Enfrentar un examen o una disertación pública en los que podemos ser “destrozados” pone en juego en nuestro cuerpo mecanismos que nos preparan para una batalla “física” contra una fiera.
El organismo no distingue entre dolor físico o psíquico. Estudio similares al de la Dra. Eisenberger mostraron resultados sorprendentes: en un experimento de provocación de dolor en el antebrazo, untar la zona con un gel inactivo pero que la persona cree analgésico, no sólo disminuye el nivel de dolor referido sin que provoca que este dolor no llegue al cerebro con la misma intensidad.
En un plano más complejo, el diálogo abierto con personas que han padecido ataques cardíacos recientes nos permite reconstruir momentos dramáticos de la vida que tiene relación con la enfermedad.
En Japón describieron un cuadro que luego hemos podido reconocer en muchas oportunidades en la Argentina, el denominado Tako-Tsubo, una grave situación cardíaca en la que frente a una muy intensa emoción negativa (pérdida de un familiar directo, discusión violenta, incendio del hogar) aparece un dolor de pecho idéntico a un infarto, un electrocardiograma muy anormal y el corazón queda “estrangulado”: toda la extensa zona de la punta del corazón no se mueve. En inglés han propuesto la denominación de “Broken-Heart”, corazón roto para este cuadro. En pocos días en la mayor parte de los casos se recupera totalmente la función. La confirmación de que este cuadro, claramente “emocional”, es también gravemente “corporal”, nos ha ayudado a comprender mejor enfermedades más comunes como el infarto, 40.000 casos anuales en la Argentina, en los que también se activan en vinculación con crisis vitales múltiples mecanismos biológicos que resultan nocivos.
Comprender nuestra integridad “cuerpo-alma” debería ayudarnos a que frente al “dolor” busquemos alivio en la compañía de nuestros seres queridos, evitemos el aislamiento, y cuando el alivio no llega nos planteemos la posibilidad de ayuda profesional.
Fuente: Dr. Carlos Daniel Tajer, Jefe de Cardiología del Sanatorio Alexander Fleming, Director del Departamento Cardiovascular del Hospital del Cruce de la Pcia. de Buenos Aires, y Director Asociado de la Revista Argentina de Cardiología. Autor del libro “El corazón enfermo. Puentes entre las emociones y el infarto” de editorial el Zorzal, donde aborda este tema en profundidad a partir de historias de vida.