¿Es bueno caminar descalzo?

En los niños, esta costumbre tan extendida puede ser origen de pie plano y resfriados

¿A quién no le ha regañado nunca su madre por caminar descalzo por la casa? Y cuánta razón tenía… Andar descalzos, sobre todo siendo niños, es nefasto para nuestra salud podológica. En primer lugar, a temprana edad los tejidos del cuerpo aún están inmaduros, y eso hace que tendones, músculos y ligamentos sean demasiado blandos. Este hecho es de vital importancia, ya que el pie tiene que soportar todo el peso corporal del individuo, por tanto si se deja que el pie del niño pise sobre la superficie dura, plana y lisa del suelo, este tenderá a aplanarse y hundirse.

El pie ya formado de un adulto es el único que puede permitirse la licencia de andar directamente sobre el suelo, y ni si quiera por costumbre, dado que correría el riesgo de, con el paso del tiempo, desgastar el almohadillado plantar graso que recubre el talón y los huesos metatarsianos del antepie, y conllevaría una posterior sobrecarga, con dolor y potencial riesgo de fractura por estrés.

Así mismo, el pie es un auténtico termorregulador de la temperatura corporal, tal y como supo el inventor del que conocemos actualmente como “suelo radiante”, el ingeniero romano Cayo Sergio Orata, que ideó el hipocausto, utilizado sobre todo en las termas de los baños del imperio; pero por el contrario, pisar descalzo en un suelo frío puede ser motivo de incómodos resfriados.

Exceptuando el aumento de la propiocepción cutánea (la sensibilidad táctil mejora con el contacto directo de la piel del pie con el suelo) hecho que no tiene otra utilidad más que tener los pies sensibles, desde el punto de vista biomecánico y sobre todo en niños, pisar descalzos puede tener consecuencias nefastas.