Encadenó a su hijo en la cama para evitar que consuma paco

Rodrigo Alegre viajó a Tucumán para mostrar los efectos que está produciendo esta droga en una parte de la sociedad.

El relato estremece hasta los huesos. Indigna. Conmueve. Es la prueba de que el consumo de drogas puede destruir como nadie a una familia. La puede desmembrar. Es la narración de un verdadero calvario en primera persona. De una pesadilla. Una mujer que vive en Tucumán relató el infierno que padece con su hijo. Contó que para tratar de que no fumara más paco lo encadenó a la cama.

Rodrigo Alegre viajó a Tucumán para mostrar los estragos que produce la pasta base de cocaína en parte de la sociedad humilde de esa provincia. Allí, se encontró con Miriam, quien narró la manera en la que su hijo, Tiago, se transformó completamente por el consumo. “No sé en que momento me descuidé y él ya se drogaba. Todos los días tenia que consumir paco. Siempre se escapaba y tenía que ir a buscarlo a él a los peores lugares. Lo veía en el peor estado: descalzo, despeinado, no se queria bañar, no queria comer”, recordó, en una entrevista con Periodismo para todos.

La mujer explicó que el chico, en un momento, dejó la escuela y vendía todo lo que tenía en su casa para comprar paco: las zapatillas, los pantalones de ella, las ollas, los vasos, los platos, el microhondas. Cualquier cosa le servía. Miriam empezó a pensar cómo hacer para que no se escapara de su casa en busca del paco. Contó que tuvo que poner doble reja en la habitación para impedir que se fugara, pero que él siempre se las ingeniaba: un día se fue por un ventiluz muy angosto y otra vez llegó a romper con un fierro una pared.

Entonces, tomó la terrible decisión de atarlo a su cama. “Lo encadené. Le daba la comida y todo lo demás ahí. Estaba mal y lloraba. Obvio que me siento mal por lo que hice, pero llegué a pensar que prefería que esté encadenado y no muerto en la calle”, dijo. “¿Qué tengo que hacer para ayudarte?”, le preguntaba ella a su hijo. “Mamá, no puedo dejarlo”, decía él, llorando.

Ni siquiera eso fue suficiente. El paco siguió carcomiendo su voluntad. Además de producir efectos terribles en lo físico el paco también doblega la conciencia: el chico volvió a caer en ese círculo vicioso. Miriam, finalmente, llevó a Tiago una clínica en Córdoba, donde está internado hasta ahora.

Sobre el final del reportaje, la mujer exigió a las autoridades que alguien haga algo por todos los chicos que están siendo absorvidos por el consumo de esa droga: “El paco arruinoó mi vida. Le pido al Presidente, o a alguien de arriba, que hagan algo por todos esos niños que están mal, no solo por mi hijo. No se puede hacer la vista gorda: esta es una problemática grandísima”.