El pescador que se convirtió en “El ángel del Danubio”

Cuando alguna persona toma la trágica decisión arrojarse a las aguas del Danubio para quitarse la vida, Renato Grbic debe actuar rápido. Sólo tiene entre 15 y 20 minutos para llegar al lugar y rescatar al suicida antes de que la hipotermia apure su decisión en épocas invernales, cuando el agua apenas supera los 0 grados.

“Aquellos que sobreviven a la caída (de 20 metros) tienen un reflejo de supervivencia. Gritan, nadan“, explica Grbic, un pescador serbio de 55 años que surca con su bote para salvar a las personas que tomaron la desesperada medida.

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Una adolescente de 16 años que saltó en octubre del puente Pancevo por un fracaso sentimental fue su más reciente labor heroica, en una lista que llega a 29 personas. “Estaba sentado en la taberna cuando un vecino me avisó. Tomé la embarcación y la saqué del río”, detalló.

Cada año, una treintena de personas salta desde los puentes de Belgrado, aunque esa cifra sólo representa los casos registrados por las autoridades. Serbia es uno de los países europeos con el índice más alto de suicidios: 16,8 por cada 100.000 habitantes, según datos de la OMS.

Un soleado día de septiembre de 1998, Grbic navegaba por el Danubio cuando oyó que algo caía con fuerza al agua. Era un hombre que había saltado al agua desde los 19 metros de altura de esa estructura. Ésa fue su primera experiencia como un “ángel” salvador.

“Su chaqueta, forrada de plumas, estaba empapada y pesaba mucho. Su cabeza se hundía. En un primer momento no quería ayuda, se negaba a darme la mano”, recuerda Renato. “Yo le decía que el sol era tan bonito y la vida también. Fue una faena sacarlo“, cuenta Grbic.

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El atlético hombre explicó lo que siente cuando realiza su noble tarea: “Es bonito cuando se puede ayudar. Se ha convertido en una misión particular mía. Siento el bienestar, la belleza, la paz interior, sé que he salvado la vida a alguien, que he hecho algo bueno, bello”.

Además, resaltó que sigue en contacto con dos personas que ha salvado, y anota que un psicólogo le explicó que algunos tendrían vergüenza de volver a contactarlo por el recuerdo de una decisión difícil. “Una tenía 18 años cuando saltó del puente. Ahora está casada y tiene un hijo. Me invitaron a su boda. Me recibieron con gran cariño“, celebra Renato.

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Sin embargo, aclaró que no se siente un héroe. “Creo que todos debemos ayudarnos en la desgracia”, señaló Grbic, y cuenta que mucha gente de Serbia, e incluso algunos del extranjero, se acercan a su restaurante para saludarlo en persona y retratarse con él. De fondo, en las fotos, aparece el “certificado de valentía” que le otorgaron las autoridades.

Quiero pensar que les ofrecí una segunda vida y que siguen bien“, reflexionó sobre sus rescates.