Fue sólo un susto. El Papa Francisco sufrió una caída esta mañana mientras oficiaba misa ante 300.000 fieles en Czestokowa, Polonia.
El tropezón se produjo apenas comenzaba la misa en el santuario de la Virgen negra de Jasna Gora -la más venerada por el pueblo polaco- y Francisco fue rápidamente asistido por un grupo de religiosos, tras lo cual prosiguió la celebración sin problemas.
Antes de celebrar la misa el papa se recogió en silencio en la capilla ante el icono, que según la tradición fue realizado por San Lucas, que lo pintó con el verdadero color de su piel.
Desde el altar, con el santuario a sus espaldas, el papa argentino presidió una misa solemne con ocasión del 1050 aniversario del bautismo de Polonia, entre los países más católicos del mundo.
“Dios prefiere instalarse en lo pequeño, al contrario del hombre, que tiende a querer algo cada vez más grande. Ser atraídos por el poder, por la grandeza, por la visibilidad es algo trágicamente humano”, dijo Francisco ante la multitud.
“En cambio hay que darse a los demás, acortando distancias, viviendo en la sencillez y colmando concretamente la cotidianidad”, agregó. Según Francisco, el Señor “prefiere a los pequeños” porque “hablan su mismo idioma: el amor humilde que hace libres”.
La víspera, el pontífice argentino pronunció un discurso fuerte y político para pedir al gobierno polaco que reciba a los refugiados, un tema espinoso que incomoda hasta al episcopado polaco, muy conservador y hasta ahora reticente al mensaje del Papa.
A bordo del avión papal, Francisco se refirió al asesinato el martes en Francia de un sacerdote e insistió en el concepto de que el mundo está en guerra, “una tercera guerra mundial a pedazos”, que aclaró no se trata de una “guerra de religiones” sino “de intereses”.