El papa presidió el Vía Crucis de Viernes Santo en el Coliseo romano y recordó a los cristianos perseguidos o a los refugiados pero clamó también contra quienes generan sufrimiento, como los curas pederastas o los terroristas.
Identificó en el crucifico a “los ministros infieles que, en vez de despojarse de sus propias ambiciones, despojan incluso a los inocentes de su propia dignidad”, en alusión a los sacerdotes que abusan de menores.
Y repudió la “violencia sin precedentes” de los terroristas islamistas, señalando que los seguidores de religiones que llevaron adelante actos de fundamentalismo o terrorismo profanan el nombre de Dios.
El papa Francisco encabezó la ceremonia del Vía Crucis en el Coliseo de Roma, en el primer servicio religioso al aire libre de Semana Santa del pontífice ante una gran multitud desde los atentados en Bruselas que obligaron a diversos países de Europa a reforzar sus medidas de seguridad.
Provistas de velas y libros de oración, miles de personas asistieron a la procesión de antorchas encendidas durante la noche, en la que prevalecía un clima templado. Los creyentes de diversas partes del mundo se alternaron para cargar una cruz ligera a fin de recordar el sufrimiento de Jesús el día de su crucifixión.
La policía revisó a peregrinos con aparatos detectores de metales y registró bolsas y mochilas.