Ahora, sin embargo, cuentan con una protección extra. Quizá haya llegado tarde. Esperemos que no sea así, pero las dudas son más que lógicas, ya que se trata de uno de los animales con los que más se trafica en el planeta. La prohibición de su caza en todo el mundo viene acompañada, además, de una misión que corresponde a los conservacionistas: darlo a conocer para evitar su extinción.
Un grave declive
Durante años se creyó que la especie asiática era la más vulnerable, pero los números son dramáticos para todas ellas. Lo llevan advirtiendo los expertos desde la primera Conferencia mundial sobre la conservación de pangolines, celebrada a mediados de 2013 por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza y la Comisión de Supervivencia de Especies (UICN-SSC, por sus siglas en inglés).
¿Su principal amenaza? La caza furtiva, y muchas veces también su captura. Si del mamífero que más sufre el tráfico clandestino se trata, el pangolín se lleva la palma. En efecto, es el mamífero que más sufre el contrabando en todo el planeta y precisamente por ello está en la cuerda floja.
Máxima protección, en vano
Sobre su difícil situación se trató en la Convención Internacional sobre el comercio de especies silvestres en peligro (CITES) celebrada en Johannesburgo (Sudáfrica), a la que acudieron los 183 estados miembros de la misma.
Tras analizar su situación y debatir sobre posible medidas durante 12 días se decidió concederle el más alto grado de protección, prohibiendo el comercio internacional del pangolín, por considerarlo en serio peligro de extinción. Antes solo se encontraba en la lista de especies vulnerables.
La noticia ha sido recibida con entusiasmo por los conservacionistas. “Este es un gran éxito y una buena noticia para una de las especies más amenazadas del mundo” manifestó a través de un comunicado la portavoz del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), Ginette Hemley.
Por un lado, “esta protección total descarta cualquier cuestión relativa a su comercio legal y hace que sea más difícil para los traficantes su caza, pues van a ser sancionados más severamente”, concluye.
Sin embargo, la protección sobre el papel servirá de poco en la práctica. Bien los saben los conservacionistas, y precisamente por ello apuntan que su mejor garantía para la supervivencia no es otra que lograr una mayor visibilidad.
Objetivo: frenar su matanza
Uno de los principales problemas a la hora de frenar su matanza es su clandestinidad. No porque la caza de ejecute de forma furtiva, sino porque al margen de ello no es una especie conocida. No tanto como otras que también la sufren, lo cual supone un inconveniente añadido.
Así pues, frente a otras especies con las que se trafica, mucho más “emblemáticas”, como elefantes o rinocerontes, el pangolín es un animal relativamente desconocido. A buen seguro que, por ejemplo, público en general no tiene la misma conciencia de su drama, e incluso los investigadores son incapaces de dar una estimación confiable de la población mundial.
Lo que sí está claro es la importancia de frenar su matanza. De no lograrse, los expertos advierten de que el resultado también será perjudicial para los ecosistemas, pues su desaparición alterará el equilibrio del hábitat de los bosques tropicales. En particular, se espera un desmedido aumento de las poblaciones de hormigas y termitas, su alimento.
Una cifra sí se conoce bien, la que da cuenta de la masacre que están sufriendo. Solo las especies que están en la Lista roja desde 2014, es decir, las cuatro especies del pangolín asiático, suman más de un millón de animales vendidos ilegalmente durante la última década.
Son estimaciones del Fondo Internacional para el Bienestar Animal (IFAW). Saltarse la prohibición internacional, por lo tanto, está más que demostrado que es la norma, si bien su ampliación no puede considerarse sino una excelente noticia.
Sin llegar a ser suficiente, ni por asomo, sí que demuestra que la preocupación por el tema existe, al menos a nivel conservacionistas. Pese a algunas que otras prohibiciones posteriores en distintas nacionales, incluyendo también en China, la caza ilegal continúa.
Sacar al pangolín de la sombra
Sus distintas especies lo convierten en un animal difícil de describir, pero aún así puede afirmarse sin miedo que es uno de los animales más raros que existen. Se trata, por lo tanto, un animal único en el mundo y a su vez sufre la masacre que supone la caza furtiva, sobre todo, para su uso en la medicina tradicional asiática.
Su timidez es una de las razones por las que es una presa fácil. Los cazadores aprovechan su reacción cuando se ven amenazados. Se enrollan en una bola y es entonces cuando los introducen en una bolsa, sin más complicaciones.
Luego, recorren las mismas rutas de contrabando asiáticas que los cuernos de rinoceronte, pero la denuncia mediática de la terrible lacra que pesa sobre esta especie suele quedar olvidada. En la sombra, un caldo de cultivo idóneo para que el comercio ilegal se dispare.
Regularmente se descubren toneladas de carne, huesos, pieles y distintos órganos en aduanas, ya sea en maletas o en camiones que cruzan la aduana. Sobre todo, en regiones asiáticas, si bien igualmente se encuentran en otros muchos países, como Estados Unidos o en aduanas de países europeos, por lo general con destino a China o Vietnam.