El Oscar da vuelta la página

Ya es una tradición poner en marcha la carrera de cada año hacia el Oscar en el momento exacto en que culmina el gigantesco Festival Internacional de Cine (TIFF) que, como un imán, atrae hacia aquí todas las pantallas del mundo durante diez días. Pero este año la travesía no se iniciará hoy, día de cierre del TIFF 2016, aunque el premio del público, que se anunciará este mediodía, será tomado con toda seguridad como punto de referencia insoslayable en los pálpitos y las especulaciones. Empezó el sábado pasado, en el mismo momento en que la presidenta de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Hollywood, Cheryl Boone Isaacs, participó de un diálogo abierto con el director artístico de TIFF, Cameron Bailey, en un bello auditorio bautizado con el nombrte de uno de los más grandes artistas que dio Toronto durante todo el siglo XX: el pianista Glenn Gould.

Aunque nadie lo reconoció (ni lo reconocerá) formalmente, ese encuentro marcó en los hechos del cierre del año más agitado de la historia reciente del Oscar (que será recordado por el famoso hashtag #OscarsSo White) y el comienzo de una temporada marcada por la afirmación de la diversidad como idea fuerza. El legado de TIFF 2017 es un puñado de nominaciones anticipadas y candidaturas probables en las cuales las cuestiones raciales y de género vuelven a ocupar el primer plano, por cantidad y calidad.

Boone Isaacs es la primera afroamericana en alcanzar la presidencia de la institución más emblemática de Hollywood. Experta en tareas de marketing y publicidad para los grandes estudios, llega al Oscar 2017 después de renovar por cuarta vez su condición de máxima autoridad de la entidad organizadora de esos premios. Lo más interesante de la charla con Bailey (nacido en Londres de padres oriundos de un barrio negro de Barbados e instalado en Canadá con su familia cuando tenía ocho años) pasó por la ratificación de un plan que prevé llegar a 2020 con un 50 por ciento más de inclusión en materia racial y de género de la que hoy tiene la Academia.
Recordemos que en plena controversia por la diversidad, el diario Los Angeles Times contó que en 2012, el 93 por ciento de los miembros de la Academia eran blancos y el 76 por ciento hombres, con un promedio de edad de 63 años. Cuando trascendieron estos datos allá por enero último, la discusión por la falta de afroamericanos entre los nominados al Oscar de este año se tornó todavía más agitada.

Todo lo ocurrido este año en Toronto se pareció mucho a un gesto integral y explícito de la Academia por encarar el camino hacia la gran fiesta de Hollywood de 2017 (prevista para el domingo 26 de febrero) con la polémica completamente superada y transformada en una acción positiva. Toda la diversidad que faltó en el Oscar 2016 estará presente, y con creces, en la próxima entrega.

La película elegida para abrir el festival fue la remake de Los siete magníficos, un clásico en la historia del western. ¿Tendrá algún efecto en la próxima temporada de premios? Seguramente no. Pero esta nueva versión (estreno del próximo jueves en los cines argentinos) está marcada a fuego por la diversidad, por más que su director y su protagonista (Antoine Fuqua y Denzel Washington, ambos afroamericanos) hayan dicho que se trató de un asunto “involuntario”. Ya hemos señalado desde estas páginas que la característica notable de esta remake es la pluralidad étnica del septeto de héroes, integrado entre otros, además del personaje de Washington, por un asiático, un mexicano y un indígena comanche.

Si las cosas empezaron de esa manera, están concluyendo con indicios muy amplios y certeros que van en la misma dirección. Todos hablan aquí de Washington como candidato de hierro en los principales rubros del próximo Oscar por Fences, coproducción entre Estados Unidos y Canadá que no se vio en TIFF y que se estrenará el 25 de diciembre en el hemisferio norte. Dirigida y protagonizada por Washington, Fences es la adaptación de una exitosa obra teatral ambientada en la década de 1950 y cuyo protagonista es una frustrada promesa del béisbol que trabaja como recolector de basura y hace un balance de su vida. El nombre de Viola Davis, la protagonista femenina, también empieza a sonar fuerte.

Lo mismo puede decirse de Hidden Figures, que se estrenará también antes de fin de año y que en Toronto fue anticipada a través de un show en plena calle conducido por Pharrell Williams. La película celebra el aporte de tres científicas afroamericanas de la NASA (interpretadas por Taraji P. Henson, Octavia Spencer y Janelle Monae) durante la misión de la nave espacial Apolo 11, que llegó a la Luna en 1969, y el adelanto que se programó el fin de semana pasado, frente a una multitud, sirvió para alimentar todavía más las expectativas.

Pero más que en el espacio, los pálpitos más certeros en la ruta hacia el Oscar se hicieron con los pies en la tierra después de haber visto la impresionante programación de TIFF 2016. Es cierto que en este momento algunos de los grandes y potenciales favoritos son títulos ajenos a esta problemática (el extraordinario y feliz musical La La Land, el durísimo drama familiar Manchester by the Sea, el relato de ciencia ficción Arrival), pero hay que sumar a ellos varios títulos con la diversidad como eje que ya entusiasman a los críticos y observadores más perspicaces. Allí están Loving, de Jeff Nichols, inspirado en el caso real de un matrimonio interracial que se enfrenta a un marco legal que lo rechaza en el Estado de Virginia durante las duras décadas del 50 y del 60; Moonlight, retrato en tres capítulos (infancia, adolescencia y madurez) de la vida de un negro que crece en un barrio marginal de Miami, envuelto en preguntas sobre su identidad racial y sexual; Barry, pintura de la vida del actual presidente estadounidense Barack Obama en sus tiempos de estudiante universitario, y The Birth of the Nation, crónica de un famoso levantamiento de esclavos en 1831. Los pasos futuros de esta película dependen de lo que ocurra con su director, Nate Parker, que reapareció aquí esquivando preguntas sobre el juicio por la violación de una compañera de universidad ocurrido hace 17 años y del que salió absuelto. Parker fue ovacionado al término de la proyección de su película, pero se negó a pedir disculpas públicas a la familia de la mujer, que se suicidó en 2012.

Sobran también nombres propios en este juego de prospectivas. Davis y Henson como candidatas a mejor actriz, Washington con chances de que ocurra lo propio como mejor actor. Por el lado de actores y actrices de reparto ya suenan Naomie Harris y Mahershala Ali (Moonlight) y Aja Naomi King (The Birth of the Nation). Aquí, en Toronto, empezó otra etapa. Hollywood y su Academia quieren dar vuelta la página.