El numero uno, en bondi

Tras la caída en primera ronda ante Del Potro, el serbio, número 1 del mundo, debió hacer cola para tomarse el autobús rumbo a la Villa Olímpica.

Los Juegos Olímpicos rompen barreras, acortan distancias, hacen terrenales a los dioses del deporte. Si no, que lo diga Novak Djokovic. El número 1 del mundo se despidió en primera ronda del torneo de single tras caer ante un Juan Martín del Potro indomable y tras la derrota, como cualquier ciudadano común, esperó el colectivo que, a la postre, lo depositaría en la Villa Olímpica.

Nole batalló pero poco pudo hacer ante el tandilense, que volvió a mostrar su mejor versión en Río de Janeiro e ilusionó a los argentinos con repetir la gesta de Londres 2012 (consiguió la medalla de bronce justamente ante Djokovic). El serbio, máximo favorito en cuanto certamen dispute, debió decir adiós prematuramente y ahora apuntará todos sus cañones al dobles, donde juega junto al veterano Nenad Zimonjic.

Pero lo más llamativo no fue la caída de Djokovic, sino que tras despedirse del certamen, pasar por los conferencias de prensa de rigor y demás, salió junto a su equipo y se quedó esperando el colectivo que lo terminaría llevando a la Villa Olímpica.

La elección de Djokovic de subirse a un transporte al que cualquier persona acreditada podría acceder va de la mano con la filosofía que adoptó en estos Juegos Olímpicos. El mejor tenista del planeta no se mostró reacio al contacto con sus pares en estos días que lleva en Río, sino más bien todo lo contrario, y haber esperado el colectivo tras una derrota inesperada es solo otra muestra más de ello.