Catorce niños corren en el campo de juego del Estadio Hernando Siles. Gritan, saltan, hacen rebotar una pelota. Es 25 de julio de 1993 y hace frío, más aún a las siete y media de la tarde, cuando el sol ya no pega. Pero afuera, la gente celebra. Bolivia le ganó 2-0 a Brasil y le propinó su primera derrota en las eliminatorias sudamericanas. Una noche histórica, que comienza a llegar a su fin. Eduardo Andrés Flores Rodríguez, administrador del estadio, le pide al portero que haga salir a los niños para poder cerrar definitivamente todos los ingresos. Como sólo podían salir por su oficina, y nadie apareció luego de varios minutos ni recibió respuesta alguna, ingresó al terreno de juego y lo vio al portero un poco perdido. “Han desaparecido”, fue todo lo que atinó a decir el empleado.
“Yo me extrañé cuando nadie vino después de un rato y por eso salí a buscarlo. Cuando me comentó eso, no le di importancia porque venía de un día largo y me quería ir a mi casa. Pero al otro día conversamos y me contó que cuando se acercaba para echarlos, uno por uno los niños iban desapareciendo”, le describe hoy Flores Rodríguez a canchallena.com, 23 años después de aquel misterioso día. Historias así han generado en la cultura popular boliviana la concepción de que existe actividad paranormal en el Estadio Hernando Siles.
“Es evidente que a lo largo de estos años se han presentado actividades de carácter paranormal, que no pueden ser explicables dentro de lo rutinario. Esto viene de hace mucho tiempo y se ha ido dando con cierta continuidad en algún momento y luego fue decreciendo. Pero son casos reales, lo vi yo, lo vio mi esposa, lo vieron los porteros. Esto no es un mito urbano en lo absoluto. Esto existe”, agrega Flores Rodríguez, quien es el administrador hace 29 años y tiene su oficina dentro del estadio, pegada a la puerta de ingreso número seis y cerca de la curva sur.
Vestido de traje, con corbata roja, Flores Rodríguez se sienta en su sillón marrón antiguo y pide tratar con completa seriedad el tema. “Yo le tengo un respeto importante porque no son temas de juego. En algún momento alguien dará la explicación real”, agrega.
Es que son distintas las conjeturas acerca de por qué se dan las apariciones de espíritus, fantasmas o duendes -como se comenta en las callas paceñas- en el Hernando Siles. La teoría más firme, y aceptada por la mayoría de los fanáticos del fútbol, es que previo a la construcción del estadio en 1930, el sector era una zona rural y había un sinfín de lecherías. Como no tenían donde enterrar a sus seres queridos, los habitantes del lugar los enterraban en cualquier sector, especialmente en los terrenos donde hoy está edificado el estadio.
Otra de las causas que se atribuye es que durante la década del sesenta hubo un accidente muy importante en el que murieron ahogadas alrededor de 25 personas en un sector de la tribuna curva norte, donde hoy se ubican los hinchas locales. Cayeron en un reservorio de agua que se purificaba para una piscina que por ese tiempo existía en el estadio. Además, distintas muertes debido a caídas accidentales y paros cardíacos también han aumentado las conjeturas acerca de los espíritus y las apariciones.
“En líneas generales lo que nosotros podemos decir por lo que vimos y sentimos, es que existe. En un partido de Bolívar ante América, por la Copa Libertadores, el encuentro estaba empatado y antes de terminar el primer tiempo comenzó a funcionar el sistema de riego. Yo estaba en la cabina desde donde se maneja el sistema y nadie lo accionó, pero algo pasó. Observamos que el árbitro suspendió el partido, nos dimos vuelta y vimos que no había nadie en la máquina. Cuando volteamos para ver el campo, ya había dejado de regar y los aspersores estaban en su lugar. Es otro caso inexplicable, nunca se activó sólo jamás”, recuerda Flores Rodríguez, quien asegura que las actividades vienen desde la construcción del estadio y que gran parte del personal que contaba con historias, ya han fallecido o se han jubilado.
Debido a la mediatización y el alcance que tuvieron los hechos, se realizaron distintos rituales religiosos en distintas oportunidades, aprobados por las autoridades y avalado por los empleados del estadio. Uno de ellos es Héctor Mamani, que a sus 63 años lleva casi treinta años como portero. Ante la consulta de canchallena.com sobre las distintas actividades, dice: “Yo no sé nada sobre eso”, con una pícara sonrisa que demuestra que hay algo atrás. “Se dicen muchas cosas, de fantasmas, de duendes. han pasado cosas raras nomás”, explica Héctor, quien no quiere hablar más y se mete de lleno en la oficina de la puerta uno como si hubiera presentido algo.
El estadio tiene un sector administrativo donde los empleados trabajan en un horario típico de oficina, de 9 a 18. Allí, también hubo episodios extraños. “Hemos escuchado en ocasiones que funcionaban las antiguas máquinas de escribir que estuvieron hasta la década del 80. A veces los porteros me contaban que escuchaban las máquinas funcionar a la una o a las dos de la madrugada, y obviamente no había nadie a esa hora trabajando”, relata Flores Rodríguez.
En 2014, la historia volvió a pegar de lleno en las calles paceñas y en todo el mundo cuando circuló un video de un “fantasma” atravesando la tribuna del estadio en medio de un encuentro entre The Strongest y Defensor Sporting de Uruguay por la Copa Libertadores. “Después de aquel video, no hemos tenido actividades de estas características”, explica Flores Rodríguez, quien por unos segundos se calla y se queda pensativo mirando su escritorio. Tal como él, cientos de personas en Bolivia tienen historias -propias o ajenas- sobre el misterio del Hernando Siles, una historia que aún no se ha terminado de contar.