“El Maestro Ignorante”, una colección infantil que invita a la reflexión y emancipación intelectual

"Lo finito y lo infinito" y "Diferencias de sexos" son dos libros de la nueva colección "El maestro ignorante", una serie de Capital Intelectual pensada para los más chicos.

“Lo finito y lo infinito”, de Alan Badiou y “Diferencias de sexos” son dos libros de la nueva colección “El maestro ignorante”, una serie de Capital Intelectual pensada para los más chicos que recupera el gesto pedagógico y político del filósofo francés Jacques Rancière de que es posible enseñar lo que uno ignora mediante un ejercicio de emancipación intelectual y colectiva.
“Montaigne escribió que enseñar a un niño no es llenar un vací­o, sino encender un fuego”, es la frase que da encarnadura a esta colección de la editorial Capital Intelectual, cuyo título se inspira el libro de Ranciére, el filósofo francés que influenciado por Joseph Jacotot, pregonaba la igualdad de las inteligencias, sin importar las edades.
Y justamente porque es posible enseñar lo que se ignora, el maestro es capaz de impulsar al alumno a utilizar su propia inteligencia. “La función del maestro ignorante será entonces recuperar aquel gesto y proponer, en un momento dado, un objeto singular, un pasaje un tanto misterioso, una pregunta que se nos viene encima y ante la cual hay que reaccionar”, se presenta la colección, dirigida a los más chicos.
¿El tiempo, es finito o infinito?, ¿Por qué la vida no se llama muerte, ya que morir forma parte de la vida?, ¿Cuando surgió el comienzo? o por ejemplo ¿supone una diferencia de derechos la diferencia entre los cuerpos? y ¿esa diferencia justifica la dominación de un sexo por el otro?, son algunos de los interrogantes que dan estructura a las novedades del sello.
Es que los temas que desfilan por la colección no tienen límites, la complejidad que los atañe tampoco, sin embargo hay un requisito obligado: que estén dirigidos a niños. Sucede que aquí la infancia no es entendida como una unidad de tiempo o un estado psicológico, más bien -como dice “El maestro ignorante” al comienzo- “se trata de un impulso de insumisión repleto de paciencia, un amor del riesgo cargado de memorias”.
Así, el texto de Badiou, escrito en Montreuil el 22 de mayo de 2010, tiene apenas 30 páginas, las suficientes para desgranar la noción de finito y de infinito, mientras que el de la antropóloga Francoise Heritier ocupa más o menos la misma cantidad y del mismo modo plasma con maestría sus reflexiones sobre un tema también complejo como lo es la relación sexo-género.
La colección nació a partir de una serie de conferencias, dirigidas a grandes y a chicos, por esa razón los libros están divididos en dos partes: la primera reúne las reflexiones de los autores y finaliza con una hoja en blanco para tomar notas, mientras que la segunda es un espacio para el debate con preguntas y respuestas sobre los temas que se abordaron.
En “Lo finito y lo infinito”, el filósofo, novelista y dramaturgo francés, Alan Badiou, va desbrozando con un tono ameno el significado de las palabras desde las inquietudes más elementales, para lo que se vale de ejemplos, comparaciones, caracterí­sticas, situaciones, números, observaciones, que se conjugan en el proceso de aprendizaje.
El recorrido no está exento de dificultades, nociones que incorporan la complejidad de otros temas afines que enriquecen la comprensión de estos términos – “Lo que resulta espantoso en el infinito es que nos recuerda que no lo somos”, por ejemplo-. Y así­ es como irrumpen el universo, el big bang, un hombre llamado Cantor, las matemáticas.
Lo mismo ocurre con “Diferencia de sexos” de Francoise Heritier, sucesora de Claude Lévi-Strauss en la cátedra de antropología del Collège de France. Allí, también en un tono entretenido y observador, la académica desenmascara la relación sexo-género, al ubicarla como parte de una construcción social y cultural, que difiere de una cultura a otra.
Con decenas de ejemplos, Heritier refleja la discriminación que sufren niñas y mujeres en el ámbito educativo, político y doméstico: “publicidades, o dibujos humorísticos, bromas ordinarias dibujan el paisaje mental en el que se va a inscribir la conducta de los niños, un paisaje que se añade a la educación que reciben en sus casas o en la escuela”, escribe la autora acerca de esas representaciones en torno a unos y otros sexos.
“Ser diferente no quiere decir ser desigual”, sostiene más adelante para finalmente dar lugar a una catarata de reflexiones y analogías que si bien son complejas están escritas con mucha claridad, como aquella que niega la existencia de una jerarquía naturalmente dada sobre la infundada distribución de las personas según su sexo.
Con la energía cuestionadora de la realidad, “El maestro ignorante” propone una cuidada y preciosa colección que se aleja de la mirada que restringe el conocimiento por edad, clase o género, y en cambio, apuesta a enseñar aún lo que se ignora porque sabe que solo a través de la reflexión es posible un ejercicio de emancipación intelectual y colectiva, tan necesaria para una verdadera igualdad.