Al hotel llega el misterioso Alejandro Reynoso (Alejandro Awada, contenido), ex jugador y, sabremos, hombre cercano a El Abuelo, una especie de padrino intocable y rey del negocio del cerdo (el fallecido hace pocos días Oscar Alegre) del que se habla desde el primer momento pero tarda en aparecer. Hay una suite ocupada por el nieto díscolo Sergio (Pablo Rago), su novia y su amigo y secuaz. Un trío que no sabe en qué lío está por meterse después de comprarle una gran cantidad de cocaína al temible Mario (Walter Donado, el de Relatos Salvajes). En otra habitación está Paulina, la pispireta hermana menor de Sergio.
Basada en la novela de Dostoievski y apoyada en el oficio de sus actores (se nota que lo pasaron bien, parece que disfrutaron de sus personajes), el film apuesta por el género mezclando ironía y noir, a lo Guy Ritchie, en escenas extremas y absurdas como la de una tortura bajo amenaza de pescados malolientes sobre el cuerpo. La falta de códigos es denominador común de todos los personajes, matones y mafiosos de poca monta o siniestros y escurridizos jugadores sin pasado ni futuro. Si El Jugador no es del todo redonda -le sobran minutos, el ritmo cae, va y viene, la única locación resulta algo agotadora y hay algunos excesos de argentinidad, léase actores puteando a los gritos- sí vale como chispeante incursión en el género, made in Argentina.
“El Jugador” una historia de estafadores
Un thriller negro, de estafadores, filmado íntegramente o casi en el maravilloso Hotel Provincial de Mar del Plata es, de movida, una propuesta atractiva.