El telescopio espacial Hubble, lanzado en 1990, hace años que capta unas formas brillantes y apabullantes alrededor de estrellas moribundas. Estas formas son envolturas brillantes en expansión, denominadas nebulosas planetarias, expulsadas por las estrellas gigantes rojas en sus últimos suspiros. Los astrónomos de la NASA creen haber descubierto el arquetipo que explicaría la complejidad y diversidad de estructuras observadas en las nebulosas planetarias. “Buscamos conocer el proceso que causa estas increíbles transformaciones, de una gigante roja a una nebulosa planetaria brillante y hermosa”, explica Raghvendra Sahai, del Jet Propulsion Laboratory de la NASA. “Estos cambios dramáticos ocurren cada cierto tiempo, de 200 a 1.000 años, lo que representa un parpadeo en el tiempo cósmico”, agrega.
¿Por qué una gigante roja moribunda se convierte en una nebulosa planetaria brillante y hermosa?
La mejor explicación actual, divulgada en The Astrophysical Journal, es la siguiente: las bolas de plasma y gas supercalientes, casi dos veces más que la superficie solar, son lanzadas como bolas de cañón por una estrella compañera oculta y no por una gigante roja moribunda. Estos “cañonazos” sólo podían ser propulsados por discos de acreción y los astrónomos sabían que las gigantes rojas no tienen discos de acreción, que son estructuras en forma de disco que giran en torno a un objeto central masivo. Por tanto, el modelo propuesto es un sistema binario, formado por dos estrellas, en este caso V Hydrae.
Dos estrellas se orbitan mutuamente: V Hydrae, que es la gigante roja y la estrella anfitriona, situada a 1.200 años luz de la Tierra; y luego la estrella compañera, que se encuentra en una órbita elíptica. Cuando esta última entra en la atmósfera en expansión de la gigante roja comienza a engullir materia, que se transforma en un disco alrededor de la estrella compañera. Este disco es, a la vez, una plataforma de lanzamiento que envía las bolas de plasma caliente hacia el espacio, a tal velocidad que sólo tardarían treinta minutos en recorrer la distancia de la Tierra a la Luna. El proceso de eyección se repite cada ocho años y medio, que es el tiempo que tarda la estrella compañera en pasar por delante de la anfitriona moribunda.