El hallazgo científico que abre el camino hacia el analgésico definitivo

Un grupo de investigadores del University College London ha logrado replicar en ratones la mutación que permite a algunos humanos no sentir dolor, y aseguran saber imitarla con un fármaco

A nadie le gusta el dolor, pero solemos olvidar que esta sensación molesta (a veces extremadamente incómoda) suele cumplir una función importantísima en nuestro cuerpo. Los receptores del dolor, o nociceptores, son un elemento esencial para la supervivencia. Los humanos que son insensibles al dolor tienen lesiones constantemente (porque nada les avisa cuando, por ejemplo, adoptan una posición corporal errónea), pero también pueden esconder la clave para lograr suprimir esta experiencia sensorial en las personas que, al contrario que ellos, la sufren todo el rato.

En 2006, un grupo de investigadores descubrió que el Nav1.7, un proteína que ayuda a los mensajes de nuestro sistema nervioso a pasar a través de la membrana de las neuronas, no se encuentra en las personas con la capacidad (o más bien discapacidad) de no sentir dolor. Desde entonces, numerosos laboratorios han tratado de desarrollar fármacos que bloquearan la acción de estas proteínas, pero su resultado ha sido siempre un fiasco. Faltaba una pieza del puzle, y es la que han descubierto los científicos del University College London.

 

Tras una década de ensayos decepcionantes, tenemos ahora la confirmación de que el Nav1.7 sí es un elemento clave en el dolor humano

En un estudio publicado esta semana en ‘Nature Comunnications’, los investigadores explican que las personas que carecen de Nav1.7, y no sienten dolor, también producen una cantidad más elevada de péptidos opioides naturales, como endorfinas y encefalinas.

Para comprobar la importancia que tienen estos neurotransmisores en la ecuación, los investigadores dieron naloxona –un bloqueador de los receptores opioides que se usa en el tratamiento de la intoxicación aguda por opiáceos– a un grupo de ratas carentes de Nav1.7, que inmediatamente volvieron a sentir dolor. También ofrecieron el fármaco a una mujer de 39 años con una rara mutación que no había sentido dolor en la vida: por primera vez experimentó esa desagradable sensación que todos vivimos de vez en cuando.

“Tras una década de ensayos clínicos decepcionantes, tenemos ahora la confirmación de que el Nav1.7 sí es realmente un elemento clave en el dolor humano”, asegurá el doctor John Wood, autor principal del estudio en la nota de presentación de éste. “El ingrediente secreto han resultado ser los anticuados péptidos opioides, y ya hemos presentado una patente para combinar bajas dosis de éstos con los bloqueadores del Nav1.7. Esto debería replicar la la ausencia del dolor que experimenta la gente como mutaciones raras, algo que ya hemos comprobado con éxito en ratones sin modificar”.

Uno de los ratones transgénicos que permitieron realizar el hallazgo. (David Bishop, UCL)

Un analgésico revolucionario

El hallazgo de los investigadores británicos podría marcar un antes y un después en la historia de los analgésicos, un tipo de fármaco fundamental en la vida de muchas personas cuya investigación lleva décadas estancada.

Productos como el ibuprofeno o el paracetamol pueden servir para calmar pequeños dolores, pero son prácticamente inservibles para asuntos mayores, por no hablar de las peligrosas consecuencias que tiene su uso indiscriminado. Existen también bloqueadores de amplio espectro de los canales de sodio –el tipo de proteínas como el Nav1.7 y el NaV1.8 responsables de transmitir la señal del dolor– que se usan como anestesiantes locales, pero no sirven para tratar los dolores crónicos pues crean un adormecimiento general que haría imposible la vida para este tipo de enfermos, sin contar con sus numerosos (e importantes) efectos secundarios.

El investigador tiene claro que están en el camino correcto, y asegura que empezarán a ensayar el nuevo fármaco en humanos en 2017

Por su parte, los analgésicos opioides, como la morfina, son muy útiles reduciendo el dolor, pero su uso a largo plazo provoca dependencia y tolerancia. A medida que el cuerpo se adapta a su uso, su eficacia es cada vez menor, por lo que se necesitan dosis mayores, lo que aumenta los efectos secundarios.

Sin embargo, como explica el profesor Wood, “en combinación con los bloqueadores del Nav1.7, la dosis de opioides necesaria para aliviar el dolor es muy baja. La gente con el Nav1.7 inhabilitado produce opioides toda su vida sin desarrollar tolerancia o experimentar efectos secundarios desagradales”.

El investigador tiene claro que están en el camino correcto, y asegura que empezarán a ensayar el nuevo fármaco en humanos en 2017, para dar con la combinación exacta de medicamentos que podría aliviar el sufrimiento a las millones de personas que sufren dolor crónico en todo el mundo.

El papel de los ratones transgénicos

En la nota de presentación del estudio, el profesor Wood quiere resaltar de forma especial la importancia que el uso de ratones transgénicos (animales modificados para albergar material genético de otro organismo) ha tenido en su hallazgo, pues sin ellos no podrían haber simulado en laboratorio la mutación que padecen los humanos que no sienten dolor.

“Nuestro descubrimiento reafirma la relevancia clínica del uso de ratones transgénicos para investigar enfermedades humanas”, explica el profesor. “Estudiar estos ratones nos ha permitido saber qué ocurre en el sistema nervioso para que no sienta dolor, y nuestros hallazgos son directamente traducibles a los humanos, como ha confirmado el paciente sin dolor. Sin el trabajo en ratones transgénicos, nada de esto hubiera sido posible y seguiríamos sin saber cómo replicar este efecto para ayudar a la gente que sufre dolor crónico”.