En el colectivo, a la hora de la salida del trabajo, dos mujeres conversaban indignadas. Compartían anécdotas y se mostraban entre sí los motivos de tal enojo. “Una preguntó si podíamos llevar mate y algo para compartir. ¡No es un picnic, es una reunión de padres!”. Así comenzó la larga lista de quejas que tenían como protagonista a la nueva pesadilla tecnológica: “el grupito de WhatsApp de las mamis del colegio”.
Esa fue la punta de lanza de una serie de argumentos en contra para esta herramienta que ya se convirtió en el medio de comunicación más odiado por los padres (porque no solo hay grupos de “mamis”, en algunos colegios también los hay de “papis”). Resulta que lo que debiera ser una red para compartir información importante acerca de los chicos termina siendo la excusa perfecta para hablar de cualquier cosa menos de los nenes. Entremujeres consultó a varias madres, con niños de diferentes edades, grados y colegios, y obtuvo variadas e insólitas respuestas. Aquí, una serie de ejemplos.
Marcela, madre de dos nenes de jardín de infantes, comentó que en uno de los grupos de mamás la “mandaron a depilarse y hacerse las manos una vez por semana”. Qué tiene que ver aquello con la escolarización de los chicos, vaya uno a saber… Además, Marcela mostró entre risas los audios con sonidos de niños que jamás nadie entenderá pero que las madres envían orgullosas para compartir “la nueva gracia del nene”. Pero la experiencia de esta mujer en el WhatsApp escolar no termina allí. Entre su abanico de recuerdos olvidables aparece el de la mamá que abandonó el grupo pero le manda mensajes privados: “Es fija que una vez por semana me pregunta si hay clases”. Y el caso más extremo: “Uno de los grupos era de ‘pedorras’, digo ‘era’ porque después de las elecciones lo abandoné”.
Adriana, mamá de una nena de tres años, mostró una captura del fatídico chat: “Chicas, disculpen. Pero salgo del grupo porque me insume mucha batería”. Así, la madre de una compañerita se excusó para abandonar el grupo y después confesar ante algunas de ellas que ya no aguantaba más las conversaciones de esas mujeres ávidas de constante comunicación.
Cecilia, por su parte, comentó lo que más le molestaba: “Se la pasan hablando de cosas que no tienen que nada que ver con los chicos. Pero las peores son las que venden ropa y te mandan fotos para encajarte algo”. La mujer, mamá de dos hijos, diferenció los chats entre las madres de jardín y las del colegio, resaltando que este último fue más productivo porque se abocó a temas específicos como actos, reuniones o uniforme.
Un caso especial es el de Natalia, mamá de un alumno de séptimo grado, quien aseguró que el viaje de egresados fue un tema de sumo conflicto aún en el chat. “Había dos subgrupos: unos queríamos una empresa, el resto otra. Cuando se daban los puntos a favor de una, por ejemplo, saltaban todas las que estaban de acuerdo y ponían emoticones de aplausos. Esas eran las ‘aplaudidoras’. Y también, como habían hecho el viaje de muestra, estaban las ‘entongadas’. Al final, quedamos las ‘aplaudidoras’, las ‘entongadas’ y las ‘contreras’. Se desgastó mucho la relación, ya casi no se usa el grupo”, afirmó.
Otro ejemplo es el de Sonia, quien participa de dos grupos por tener dos hijos en edad escolar. La mujer explicó que lo más irritante que le tocó soportar fue una charla donde el objetivo era insultar a la maestra. Sonia resaltó que le parecía injustificable que un grupo de mamás pudiesen descalificar así a la docente e hizo hincapié en lo difícil que sería que los chicos respeten a su maestra si las madres hablaban de tal manera.
“¿Pueden revisar las cabezas de sus hijos? Estoy harta de sacarle piojos a la mía todos los días”. Con poca sutileza, una integrante del grupo que también integra Valeria, solicitó a las “mamis” de segundo grado que controlen la probable epidemia de pediculosis. El resultado: muchas mujeres ofendidas pero muchos menos chicos con piojos.
En vacaciones, los grupos se tranquilizan pero no se silencian totalmente. Eventos como cumpleaños, clases extraescolares o incluso colonia de vacaciones para que los chicos continúen juntos durante el verano activan el WhatsApp maternal. Sin embargo, las charlas son más medidas y las madres ven este plazo como un aliciente.
Tal como se ejemplificó, los grupos de WhatsApp para madres incluyen peleas, ventas, comentarios desubicados, insultos a la maestra y audios con sonidos irreproducibles. A modo de conclusión, hay que destacar también un punto común entre casi todas las entrevistadas: al describir a las mamás y su actividad en el chat, coincidieron en el fastidio que generan por su intensa actividad.