Para mantener niveles saludables, el ser humano necesita alrededor de 60 nutrientes diferentes, entre proteínas, hidratos, grasas, vitaminas, minerales y fitonutrientes. Según los índices internacionales que evalúan la variedad alimentaria de cada país, la recomendación general es incluir entre 20 y 30 productos diferentes por semana. Los estudios, sin embargo, demuestran que los argentinos incorporan poca variedad y presentan una alta dependencia de pocos artículos básicos, ubicándose en en el límite de lo que se conoce como ‘hambre oculta’, que se presenta en personas sin bajo peso, baja talla ni sintomatología específica, pero con carencias nutricionales como falta de vitaminas y minerales esenciales.
“El gran problema del hambre oculta es que no se ve. Es más sencillo, por la sintomatología que presentan, diagnosticar patologías como obesidad o desnutrición, que el hambre oculta. Lo curioso es que estas carencias se dan en poblaciones con disponibilidad de alimentos, no dependiendo solo de factores económicos”, sostuvo la doctora Mónica Katz, médica especialista en Nutrición y directora de cursos de Posgrado de Nutrición de la Universidad Favaloro.
Una de las razones detrás de la poca variedad de alimentos en la dieta argentina son los hábitos culturales: el argentino tiene una fuerte cultura de la carne y de lo rápido, es decir, de alimentos ‘convenientes’. Es mucho más sencillo tirar un bife en la plancha que cocinar lavando las verduras y fraccionándolas artesanalmente con paciencia, como sucede en la cultura oriental. “La dieta argentina en general se caracteriza por un bajo consumo de hortalizas, frutas, legumbres, cereales integrales y un exceso de consumo de cortes grasos de carne, harinas, azúcares y sodio”, ratificó la especialista.
El perfil nutricional de los argentinos también empeora por un consumo de frutas y verduras por debajo de la mitad de lo que recomienda la Organización Mundial de la Salud (OMS). Esto se vio reflejado consistentemente en las tres encuestas nacionales de factores de riesgo del Ministerio de Salud de La Nación.
¿Quiénes son más propensos a presentar déficit de algunos nutrientes?
– Dietantes: todo plan alimenticio de menos de 1200 calorías diarias trae aparejado inevitablemente carencias de micronutrientes.
– Adultos mayores: viven solos, su poder adquisitivo desciende, padecen cambios fisiológicos que comprometen la digestión y absorción de nutrientes y pierden interés por la alimentación. En ocasiones, no pueden comprar alimentos por sus propios medios o dedicarle mucho tiempo a la cocina.
– Grupos de personas con regímenes alimentarios estrictos: por su poca variedad de alimentos, podrían encontrarse faltos de algunos micronutrientes esenciales.
– Hospitalizados: pacientes internados que ayunan porque se les realizan estudios, a los que no les gusta la comida que les ofrecen, o quienes por su condición van perdiendo peso, entre otros.
– Trastornos alimentarios: algunos ejemplos son la bulimia y anorexia, los trastornos alimentarios no especificados y otros como la ortorexia, que es la obsesión patológica por ingerir comida considerada saludable.
– Deportistas: es de suponer que los deportistas de élite están bien asesorados y monitoreados en términos nutricionales, pero existe un amplio universo de amateurs de alta exigencia que gozan de bajos niveles de seguimiento por parte de profesionales de la salud alimentaria.
– Todos: más allá de estos grupos, dada lo extendida de una dieta monótona en la Argentina, es esperable que gran parte de la población presente algún nivel de carencia de micronutrientes.
Los superalimentos
Tal como refirió Katz, si hubiera que destacar cinco alimentos que no deberían faltar en la dieta por su aporte nutricional, sobresalen los frutos rojos, verduras como el brócoli, peces grasos como el salmón, atún o caballa, los cereales enteros de la quínoa, arroz yamaní o ciertos tipos de pan integral y los frutos secos como la nuez o la almendra. “Algunos son antioxidantes, otros aportan grasas saludables y tienen beneficios para la prevención de enfermedades crónicas”, amplió. El calcio aportado por los lácteos, además, es fundamental para la salud de los huesos.
A pesar de la relevancia de llevar una alimentación equilibrada y variada, existen varios factores del estilo de vida actual que atentan contra ese objetivo: ritmo apurado, la comodidad de los deliveries, la dificultad para comer en casa todas las comidas y no disponer del tiempo y la creatividad a la hora de cocinar.
Sin embargo, es muy importante mejorar los patrones de alimentación, aumentando la variedad de comidas e intentando incluir al menos tres porciones de verduras y dos de frutas por día. También hay que sumar legumbres, elegir cortes de carne más magros, subir la ingesta de pescado, consumir aceites vegetales, beber ocho vasos de agua segura y limitar la ingesta de grasas saturadas y azúcares. Si todo eso resulta imposible, una alternativa es complementar la dieta con suplementos multivitamínicos y multiminerales.