Una mujer recorría con desesperación los restos de la masacre de Orlando. Lloraba, con su teléfono en mano, en una dramática búsqueda de su hijo de 30 años. Se trata de Mina Justice, que recibía mensajes de WhatsApp del joven mientras Omar Mateen abría fuego en la peor matanza de Estados Unidos después del 11 de septiembre.
Su hijo le había pedido por favor que llamara a la policía, después de contarle que alguien estaba disparando en el boliche Pulse. “Mamá te amo, hay un tiroteo en el club”, le había escrito Eddie.
El chico le pidió a la madre que llamara a la policía y le contó que él estaba encerrado en el baño junto a otra gente para resguardarse del tiroteo . Hasta que le mandó un mensaje atemorizante: “Está viniendo aquí, voy a morir”.
Según la cadena de WhatsApp publicada por el canal WFTV, el último mensaje que le mandó Eddie fue el siguiente: “Nos tiene acorralados, está aquí adentro con nosotros”. A 12 horas de la última conexión que figura en la aplicación, el joven continúa desaparecido.
EL ATAQUE
El tiroteo comenzó alrededor de las dos de la mañana (3 de la madrugada hora argentina) afuera del boliche Pulse, en el corazón nocturno del centro de Orlando.
El atacante se enfrentó en la calle con varios oficiales de la Policía y luego se metió dentro del boliche, donde en ese momento había al menos 320 personas, según las autoridades.
“Tenía dos armas de fuego y una suerte de artefacto”, precisó el jefe de la Policía local John Mina, quien además contó que a las 5 de la madrugada la policía consiguió liberar a los rehenes que se refugiaron en el baño, mató al atacante y realizó una explosión controlada sobre el “artefacto”.
Aún no queda claro si el artefacto en cuestión era una bomba.