Lucas se sentó a cenar con su esposa y sus dos hijos en un restaurante de la costanera de Niza, la ciudad francesa donde un camión mató a decenas de personas en un atentado. Gracias a que la comida se demoró, él y su familia no fueron a ver los fuegos artificiales al Paseo de los Ingleses, donde fue el ataque. “El horario del espectáculo era a las 22 y a las 22.10 recién nos sirvieron la cena”, contó a TN. Minutos después, estalló el horror.
Cuando terminaron los fuegos artificiales, este argentino y su familia escucharon explosiones y empezaron a ver gente que corría desesperada. “Volaban las mesas. Los chicos me preguntaban: ‘Papá, ¿nos van a matar? ¿son ladrones? ¿nos van a robar? “, relató.
Ellos y el resto de las personas que estaban en ese bar a sólo 100 metros del atentado se encerraron en la cocina y esperaron una hora para salir del lugar.
Afuera, la locura seguía. El hombre que se salvó de morir recordó que, en un momento de shock, vio que cientos de personas trataban de huir y pasaban por encima de todo y de todos: “No medían si había niños. El momento de desesperación fue tremendo”.
En Niza, como en casi toda Francia, había muchísima gente en la calle desde las primeras horas de la tarde por los festejos por la Toma de la Bastilla. Sin embargo, el hombre dijo que le llamó la atención que en esa ciudad no había tanta seguridad como en la ciudad de Marsella, por ejemplo.
La familia argentina pudo llegar al hotel donde se aloja y se resguardó al igual que todos los habitantes del lugar, donde las autoridades pidieron que nadie salga de sus casas. “Estamos los 4 en la habitación. No vamos a salir ni tampoco nos informamos de lo que sucede porque no tiene sentido”, concluyó.