El antecedente más taquillero de Mariano Cohn y Gastón Duprat había sido El hombre de al lado, con menos de la mitad de lo que lleva El ciudadano ilustre, que ahora además capitalizará sus candidaturas para el Oscar y los Goya. Lorena Muñoz había codirigido con Sergio Wolf Yo no sé qué me han hecho tus ojos y en soledad Los próximos pasados, películas minoritarias. En su escala, es cierto que Yo no sé? fue un éxito, pero Gilda, no me arrepiento de este amor se encamina a otro tipo de cifras.
En ninguno de los casos los directores provienen de lo que podría llamarse mainstream del cine argentino, y ahora están en los primeros puestos con películas muy elogiables. Y hay algo más en común, además de la calidad: se trata de dos películas biográficas. Ambas se centran en una vida, toman las peripecias de un personaje como eje, alrededor del que orbita el relato. Gilda, basada en una vida real. El ciudadano en un personaje inventado. Por otra parte, ambas comienzan con algo así como la muerte, una efectiva, la otra metafórica (con ese tono recibe el premio Nobel el escritor Daniel Mantovani). Y sobre el final, la historia que no sabemos cómo termina también tematiza el destino infalible, incluso podría decirse que en Mantovani hay algo de pulsión suicida al volver al pueblo. Gilda y El ciudadano ilustre son vidas argentinas, de esas que oscilan, pendulares, entre el éxito y el fracaso. Quizá sea una mera casualidad, pero algunas otras de las películas argentinas más exitosas de la historia fueron también, a su modo, biográficas: Juan Moreira, Nazareno Cruz y el lobo, y Manuelita, la tortuga.