Lo primero es prepararlo todo, no basta con agarrar al gato, el cepillo y manos a la obra, no, hay que tener un cubo o una bolsa para ir echando los pelos, hay que ponerse en un lugar que no corra aire para que los pelos no vuelen y un sitio en el que ambos estemos cómodos, por ejemplo en una mesa. La mesa la protegeremos con una manta o toalla.
Comenzaremos primero con un poco de mimos y caricias, nada de llegar del tirón con cepillo en mano, primero vamos a darle unas caricias y así el gato se nos relajará aún más.
Comenzaremos por la parte de la cabeza y lomo, pasadas largas hasta la cola. Pasadas suaves y sin que den tirones. Cada dos o tres pasadas, hay que retirar el pelo del cepillo y pasarlo a la bolsa o el cubo de la basura.
No cepillar nunca la parte de la cara ni de las orejas, no le gusta a los gatos y los podemos enfadar.
Una vez que tengamos la parte del lomo, y sus dos costados, pasaremos al gato a posición boca arriba si se deja, y si no se deja, seguimos con el gato de pié pero pasamos el cepillo por la barrigota del gato. Ya solo nos queda las cuatro patas y la cola.
Es así de sencillo, pasadas suaves, ir retirando el pelo del cepillo y nunca cepillar cara y orejas.
Una vez que terminemos, volvemos a dar unas pasadas con las manos. A modo de masaje, que no solo relajará al gato sino que le terminamos de quitar algún posible pelo que haya quedado suelto pero no nos lo hayamos traído con el cepillo.
La parte de la capa y orejas, para retirar cualquier posible pelo muerto que tenga en esa zona, solo tenemos que pasar nuestras manos, en plan caricias y nos traeremos los posibles pelos muertos.