El ex diputado Eduardo Cunha, que presidió la Cámara Baja hasta julio pasado, fue detenido hoy en Brasilia, en los alrededores de su domicilio.
La prisión fue autorizada por el juez Sergio Moro, que lleva la causa conocida como Lava Jato y que investiga la corrupción en Petrobras.
Cunha fue acusado de cobrar, en cuentas en el exterior no declaradas, coimas procedentes de las empresas que operaban para la petrolera estatal. Se estima que los fondos ilegítimos ascienden como mínimo a 5 millones de dólares.
El legislador se hizo famoso por ser el que impulsó el impeachment contra la ex presidenta Dilma Rousseff. Durante el proceso de juicio, que luego fue respaldado por el Senado, la ex mandataria reveló que su caída había sido montada por Cunha, en estrecha alianza con quien era su vicepresidente, el actual jefe de Estado Michel Temer.
Su encarcelamiento, que debe ocurrir en Curitiba –donde reside el magistrado- provocó un cimbronazo en el Palacio del Planalto.
Hay temores, especialmente de varios de los principales ministros de Temer, sobre una posibilidad de que Cunha “abra la boca” y hunda a varios. También se especulaba, en los medios, sobre otra eventualidad: no era posible, desde el punto de vista ético, no prender al ex legislador, cuando tiene serias denuncias en su contra; y sí detener al ex presidente Lula da Silva, como se rumoreó el fin de semana.
Por: Eleonora Gosman
