Quedan apenas 12 días para la inauguración de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro y todo se acelera: las expectativas deportivas, por supuesto, pero la histeria por la amenaza terrorista, sobre todo. Al reciente atentado en Niza se le sumó esta semana el anuncio de que el gobierno brasileño desmanteló una célula que aparentemente se preparaba para actuar en nombre de Estados Islámico (EI). Aunque hay serias dudas acerca del grado de profesionalidad y peligro de los detenidos, el temor se hizo global y la pregunta, inevitable: ¿crece el peligro para aquellos que estén en Río 2016?
El “no” como respuesta inmediata y simultánea brota de los labios de Raul Jungmann, ministro de Defensa de Brasil, y del general Sergio Etchegoyen, ministro jefe del gabinete de Seguridad Institucional. Jungmann controla a los militares; Etchegoyen, a los espías. Son dos de las tres cabezas del mayor operativo de seguridad de la historia de Río de Janeiro, dos de los tres responsables de un objetivo fácil de resumir: que del 5 al 21 de agosto nada altere la paz de los Juegos de la trigésimo primera Olimpíada de la era moderna. Que, sencillamente, no pase nada. “Durante los Juegos, Río va a ser el lugar más seguro del mundo”, prometen ambos durante una entrevista conjunta con LA NACION.
-Hay deportistas y familiares de deportistas que decidieron no ir a Río. ¿Es tan preocupante la situación, tan fuerte la amenaza terrorista?
Etchegoyen: -No. Una cosa es la posibilidad de una amenaza terrorista, que es una amenaza mundial. Y otra cosa es la seguridad pública, que hoy es un problema real de Río de Janeiro. Pero Río organizó los Juegos Panamericanos, los Juegos Mundiales militares, la Copa Confederaciones, las jornadas de la juventud y la Copa del Mundo. Y no pasó nada. La expectativa es que con los Juegos Olímpicos suceda lo mismo. Las estructuras de seguridad e inteligencia de Brasil fueron acumulando un conocimiento muy importante. ¿Es posible un atentado? Sí. ¿Es probable? No, las probabilidades son bajísimas. Las cuatro sedes centrales de los Juegos estarán fuerte y visiblemente protegidas.
-¿Qué cambia en el esquema de seguridad previsto tras la aparición de presuntos militantes de Estado Islámico en Brasil?
Etchegoyen: -Todo el plan está listo y actualizado. No hay cambios en función de lo que sucedió esta semana.
-¿Van a reforzar el control de lo que fluya por servicios de mensajería, como Whatsapp y Telegram, y redes sociales, como Facebook?
Etchegoyen: -El seguimiento de las redes sociales sigue siendo un método preventivo para identificar sospechosos que puedan comprometer la seguridad de los Juegos. Y el nivel de peligro de la supuesta célula terrorista se determinará cuando termine la investigación en curso.
-¿Van a intentar reducir las aglomeraciones de público tras lo conocido esta semana?
Etchegoyen: -No, no lo haremos. Ni en las sedes deportivas ni en otros sectores.
-¿Cómo están trabajando en cuanto a servicios de inteligencia?
Etchegoyen: -Tenemos en Brasilia la Agencia Brasileña de Inteligencia, que depende de mi ministerio. Y tendremos en Rio el centro de inteligencia de los Juegos y el centro de inteligencia de los servicios extranjeros, donde habrá 122 servicios extranjeros trabajando con nosotros.
-¿Cuántos agentes extranjeros habrá en total en Río?
Etchegoyen: -Uffff… No sé. Son muchos.
-¿Cómo está funcionando el trabajo con los servicios de inteligencia argentinos? ¿Hay un foco especial en la triple frontera?
Etchegoyen: -Muy bien, con mucho intercambio de datos, Tuvimos un episodio ahora en Foz de Iguazú [la detención de Ibar Pérez Corradi] que demuestra que funciona. Dentro de las dificultades que está viviendo Brasil estamos trabajando bien, bien preparados. Y en cuanto a la triple frontera… Es su triple frontera, la argentina. ¡Nosotros tenemos ocho! Ocho triples fronteras. Tenemos una colaboración importante con Argentina y con Paraguay, que aún no tiene un sistema de inteligencia completamente integrado.
-¿Es la aparición de un lobo solitario el mayor temor?
Etchegoyen: -Sí, es una preocupación muy seria que tenemos. ¿Existe la posibilidad? Sí, claro. Podemos encontrar integrantes orgánicos de Estados Islámico y podemos encontrar locos… Tenemos 203 millones de habitantes, puede haber gente dispuesta a hacer una locura. Hemos hecho ejercicios de identificación para la gente que se relaciona con el público y puede entrar en contacto con lobos solitarios. Empleados del transporte público, mozos, la gente que trabaja en los hoteles, taxistas, conductores de ómnibus… La gente que va a lidiar con el público fue largamente entrenada para identificarlos, para detectar comportamientos anormales, atípicos. Hemos tomado las experiencias de Pekín y de Londres y desarrollado un plan estratégico de seguridad integral que organiza el trabajo de defensa, seguridad pública e inteligencia. Por ejemplo, cuando sucedió lo del Stade de France fuimos con gente allá para ver qué había sucedido. Y a esos terroristas se los identificó con las técnicas para detectar actitudes anómalas. Nuestros agentes han hecho cursos e intercambios con la Argentina, China, Israel, Francia, Inglaterra, Estados Unidos… La estructura está muy bien armada.
-Así y todo, la gente tiene miedo de ir a Río 2016.
Jungmann: -Todos los grandes eventos conviven con este problema. Todos. Pero hay que decir que nunca hubo un acto terrorista en Brasil. Nunca. Las rutas olímpicas, las estaciones ferroviarias, los aeropuertos y el frente marítimo estarán a cargo de las Fuerzas Armadas. Así liberaremos a las fuerzas de seguridad de Río de Janeiro para que controlen los barrios. Vamos a desplegar en total 85.000 hombres. Sabemos que tenemos problemas de criminalidad en Río de Janeiro, todos lo saben. Nuestra experiencia es que en este tipo de eventos la criminalidad se retrae, se reduce. Y eso es lo que va a pasar. Todo lo que debía ser hecho para asegurar la seguridad fue hecho.
-¿Se controlarán las playas?
Etchegoyen: -Todas las playas de la zona sur, que es la más concurrida, estarán protegidas.
-Es decir que la postal de Río cambiará durante los Juegos y ofrecerá muchísimos militares.
Jungmann: -Sí, va a haber una visibilidad, una ostentación militar, que no es, ni de lejos, normal. Y va a bajar la criminalidad fuertemente. Es una pena que sólo se dé durante los Juegos; debería suceder todo el año.
-¿Y por qué no bajar la criminalidad todo el año?
-Jungmann: No se puede; por ahora no sabemos cómo. Pero durante los Juegos, Río va a ser el lugar más seguro del mundo. Con 85.000 efectivos de seguridad será inevitable.
-¿Qué es lo que no los va a dejar dormir durante los Juegos?
Jungmann: -El equipo de fútbol de la Argentina… Si ustedes contratan a Dunga, por favor que vuelva Messi a la selección. Nosotros pagamos para que los dirija Dunga. ¿Y por qué no contratan a Bielsa?
Etchegoyen: -Si Argentina ganaba la final en el Maracaná debíamos cerrarlo y nunca más jugar al fútbol ahí.
-Muchos turistas que van a Río visitan las favelas. ¿Lo aconsejan?
Etchegoyen: -Hay barrios en el circuito olímpico que viven de esto. Lo que le decimos a la gente es que no se aventure por lugares que no tienen la estructura ni la cultura para recibir turistas, Hay muchos restaurantes hermosos con bellísimas vistas en las favelas, gente que alquila habitaciones. Hay paseos… No hay problema. Ahora, ¿ir a la favela del Alemão? No… Aunque hay gente muy buena, honesta y trabajadora ahí, allí también reside parte de la criminalidad de Río.
-¿Cuán especial y diferente será la protección a Estados Unidos y otros países particularmente amenazados?
Etchegoyen: -Hay una clasificación. Son de alto riesgo Estados Unidos, Canadá, Francia, Bélgica… Son de menor riesgo otros. ¿Pero cómo controlar eso en el comedor de la villa? El riesgo es alto para todos. ¿Cómo controlar un partido de voleibol entre Francia y la Argentina? Todos van a ser tratados como de alto riesgo. ¿Todas las situaciones lo son? No, pero es lo que me va a permitir dormir. Si tenés en un edificio a Estados Unidos y al lado a Tuvalu, Tuvalu es de alto riesgo, porque está ahí.
-¿Estados Unidos llevará seguridad propia a la villa?
Etchegoyen: -Sí, yo imagino que sí. Fuerzas militares no habrá, pero policiales y de seguridad, sí.
-¿En la villa?
Etchegoyen: -Sí, sí. Yo imagino que parte de las delegaciones es en realidad fuerzas de seguridad. Yo lo haría. Fisioterapeutas o médicos pueden ser en realidad fuerzas de seguridad. Yo lo haría.
-¿En qué afectó la enorme crisis institucional de Brasil al esquema de seguridad de los Juegos?
Jungmann: -El principal cambio, el decisivo, fue que el gobierno ayudara con casi 3000 millones de reales al de Río de Janeiro para pagar los salarios atrasados de las fuerzas de seguridad. Río fue muy afectado por la crisis, en especial la económica, porque Río depende mucho de Petrobras y la exploración petrolera. La recaudación bajó mucho, y el gobierno de Temer aportó 2900 millones de reales para que no faltara nada. Se solucionó un tema que podía ser muy complicado.
-¿En qué momento de los Juegos la tensión será máxima en cuanto a la preocupación por la seguridad?
Etchegoyen: -La ceremonia inaugural es especialmente compleja, porque habrá muchos jefes de Estado y de gobierno, lo que no hace las cosas precisamente sencillas. Pero todos los Juegos, todos los partidos y eventos son igualmente importantes y sensibles. Lo más sensible, seguro, es la ceremonia inaugural. La ve todo el mundo.
Jungmann: -Tendremos 209 países, 80 mandatarios, 30.000 periodistas, 12.000 o 13.000 atletas alojados y casi 800.000 turistas. Son números muy expresivos del evento. Para nosotros, estos Juegos son una gran prueba de superación. Organizar unos Juegos en estas condiciones es un gran desafío.