Disciplina, motivación y procrastinación

Manejamos continuamente la información  de que para iniciar o completar una tarea tenemos que tener un cierto estado mental y emocional, y suponemos que en eso se basa la motivación. Investigaciones dan luces de que es una idea errónea esa apreciación. Existe otra forma que no mezcla la actividad a realizar con el estado anímico y los sentimientos y esa es la disciplina. 

Intentar encontrar una motivación para desarrollar o llevar adelante una tarea, se ha convertido en el alimento más atractivo para la procrastinación. Es fácil y frecuente escuchar la expresión: es que no he tenido la suficiente motivación para hacer esto o aquello o espera a estar motivada o motivado para hacerlo; sin darnos cuenta vamos condicionando la acción a los sentimientos. Lo contundente e importante en todo esto, es que si estamos permanentemente esperando estar preparado y en el mejor estado anímico quizás nunca iniciemos o culminemos algo. Caso contrario lo podemos ver en la disciplina, al no supeditar los actos al estado anímico y a los sentimientos, logra el enfoque necesario para la consecución de resultados.  En lo personal descubrir esto me ha confrontado en las formas de llevar adelante lo pendiente.

Sin duda que son múltiples los beneficios que trae la disciplina, uno de ellos  comienza por hacer las cosas que se quieren hacer de forma consciente sin detenerse en cómo están mis sentimientos con respecto a lo que quiero realizar, abandonando el concepto de que únicamente hay que hacer algo cuando se está de humor para hacerlo. La disciplina es el motor que una vez iniciado continuamente suministra energía al sistema. Veámoslo de esta forma; podemos amar mucho la actividad que realizamos pero incluso allí encontramos elementos que nos causan desagrado y que nos pueden conducir a una desmotivación, es decir el entusiasmo hacia ciertos componentes de la actividad que amo en ese momento desciende considerablemente.

La mente dice: no tengo ganas de hacerlo, la disciplina lo ejecuta por decisión sin invocar entusiasmo hacia acciones poco atractivas.
Si deseamos ser eficientes en una actividad a largo plazo, debemos coincidir en que ésta no tiene estados anímicos adecuados. El error radica en pretender mirar la ejecución de estas tareas a través de la motivación o la falta de ella. La constancia no radica en estar motivado, la respuesta está en la disciplina, ésta supera a la motivación, al intento de lograr el estado adecuado para empezar a realizar una acción, la disciplina surge cuando debes hacer algo incluso si estás indispuesto.

Comprendiendo que la motivación es efímera, ¿de qué nos podemos valer para desarrollar la disciplina? En una charla que tuve la oportunidad de dirigir, les decía a los asistentes que la mente subconsciente, que es desde donde operamos el 95% del tiempo, funciona por hábitos. Lo que usted comprende con su mente consciente no surtirá ningún efecto sino comienza por hacer cambios incluso microscópicos en sus hábitos de forma cotidiana, sin idealizar que obtendrá resultados de forma inmediata. Es ir creando progresivamente una estructura distinta que nos apoye en la ejecución de las tareas.