No fue ninguna sorpresa. Con 61 votos a favor, 7 más de los 54 necesarios, los senadores brasileños destituyeron a la presidenta Dilma Rousseff, a la que consideraron culpable de haber maquillado las cuentas fiscales en 2014 para esconder el déficit y garantizar su reelección. El vicepresidente Michel Temer se convirtió en presidente efectivo del país y completará el mandato de Dilma hasta diciembre de 2018.
El mandatario, al que apenas votaría el 2% de la población según sondeos de mayo de Datafolha, jurará el cargo en el Congreso antes de volar hacia China para participar de la Cumbre del G20 en busca de legitimación internacional y para tratar de hacer olvidar los abucheos de la ceremonia de inauguración de los JJ.OO. de Río de Janeiro.
La suerte de Dilma ya estaba echada desde que el Partido del Movimiento Democrático Brasileño( PMDB), la mayor fuerza política del país, rompió con el gobierno en marzo y se inició el proceso de impeachment, al que Dilma calificó en varias oportunidades de “golpe de Estado” y “golpe parlamentario”, una fórmula que llegó a usar hasta nueve veces en su último discurso ante el Senado el lunes.
“Ahora la ruptura democrática se da a través de la violencia moral y con apariencia legal del impeachment. Se invoca a la Constitución para ocultar” la destitución de “una presidenta elegida por 54 millones y medio de votos”, declaró entonces en un largo discurso.
Según Rousseff, el “jefe de la conspiración” fue el mismo Temer, que fue ayudado por Eduardo Cunha, entonces presidente de Diputados, como venganza porque la mandataria no lo defendió de las acusaciones de corrupción y lavado de dinero por las que luego renunció al cargo.
EL FIN DE LA ERA DEL PARTIDO DE LOS TRABAJADORES
La destitución de Dilma, primera mujer electa a la Presidencia brasileña, significa también el fin de 13 años del gobierno del Partido de los Trabajadores (PT, izquierda), que había llegado al poder en 2003 con Luiz Inácio “Lula” da Silva. El PT impulsó reformas sociales y logró sacar a millones de brasileños de la pobreza, pero ahora se ve frente a su mayor crisis, salpicado por casos de corrupción como el Petrolao y relegado a la oposición.
Con Temer, es la tercera vez que el PMDB ostente la jefatura del Estado, aunque nunca lo hizo por el voto directo: la fuerza, que domina el Congreso desde 1985, eligió a José Sarney por la vía parlamentaria tras la dictadura militar y gobernó con Itamar Franco entre 1992 y 1995, siendo este vicepresidente del renunciante Fernando Collor de Mello.
La economía, principal preocupación de los brasileños, será sin duda el gran desafío del gobierno de Temer. Con eldesempleo en niveles récord (más de 11 millones de personas), la inflación galopante y un gigantesco déficit fiscal, la economía brasileña se contraerá un 3,16% este año, según los datos revelados este miércoles por el Banco Central, que revisó al alza sus previsiones.
¿Podrá Temer frenar el mismo descontento social que lo ayudó a apartar a Dilma Rousseff del poder? El mandatario llega al palacio presidencial de Planalto con una popularidad tan baja (13%) como la de su predecesora y su nombresaltó en varias declaraciones hechas por acusados que buscan reducir sus condenas en el megaescándalo de corrupción en Petrobras.