Finalmente, la casa natal de Adolf Hitler en el norte de Austria será demolida para construir “un nuevo edificio” y poner fin a años de batalla judicial, anunció este lunes el ministro del Interior austriaco.
“La casa de Hitler será destruida. Los cimientos podrán conservarse, pero se construirá un nuevo edificio”, declaró el ministro Wolfgang Sobotka al diario austriaco Die Presse, y agregó que la nueva construcción se destinará a uso “caritativo o administrativo”.
Ya en julio, se había anunciado que no había posibilidad de mantener en pie la casona, un edificio amarillo de dos pisos en la localidad austríaca de Braunau, pero no estaba confirmado.
“Es la mejor solución”, había dicho entonces al Spiegel online Sobotka, tras la decisión de expropiar sin compensación el edificio a la propietaria actual, una mujer: Gerlinde Pommer.
El Estado alquilaba a Pommer el edificio para evitar que se convirtiera en un lugar de peregrinaje para los neonazis. Pero cada abril, decenas de antifascistas llamaban la atención en los alrededores entre el apacible paisaje de este pueblo del oeste de Austria, en la frontera con la Baviera alemana.
Desde 2011, la casa está vacía, para enfado del Estado, que desde entonces ha gastado unos 240.000 euros en el alquiler de un edificio que no puede aprovechar.