Michelle Pfeiffer, la conocida actriz de Hollywood, declaró públicamente: “Todas los mañanas me despierto pensando que éste será el día en que se den cuenta de que soy un fraude, de que no merezco esta fama, y de que más temprano que tarde tendré que volver a atender la caja de un supermercado”. Con mayor o menor éxito, nadie puede negar que es una de las grandes estrellas del cine mundial.
Los científicos afirman que siete de cada diez personas han sufrido en algún momento de su vida el “síndrome del impostor”. Se trata de un trastorno que impide reconocer los logros que tenés. Pese a recibir felicitaciones, reconocimiento, títulos de estudios y elogios de cualquier especie, la persona que lo padece siente que se trata de un error, o, simplemente, de la buena suerte. De esta forma dejan de lado el componente del esfuerzo que han puesto para conseguirlo.
¿De dónde surge este síndrome tan frecuente? Por lo general, afecta a millones de hombres y mujeres sin importar los cargos que tengan. Nace de una profunda preocupación por no ser capaces como creen; y lo que es peor: no se sienten merecedores de lo que han conquistado en sus vidas.
Esta actitud, que puede ser confundida con falsa modestia, encierra algo mucho más profundo: es el sentimiento y pensamientos continuos de no estar a la altura, ya que internamente, piensan que todo lo que hacen se debe a factores externos y no a sí mismos.
En el libro ‘Cómo superar el síndrome del impostor’, su autora Aida Baida Gil partió de su propia vida, y concluyó en que las personas que lo sufren “tienen la sensación de no estar nunca a la altura; de no ser lo suficientemente buenos, competentes o capaces; de ser impostores, un fraude”. Y agrega: “Tuve esa sensación durante toda mi carrera científica. Pensaba ¿qué hago yo aquí? Después me di cuenta de que le sucedía a mucha más gente, especialmente en profesiones en donde la competencia es muy alta”.
Las causas
Algunas veces esto encuentra su origen en la infancia, donde había dinámicas familiares disfuncionales. Es el caso cuando se pertenece a una familia donde alguno de sus miembros era reconocido por su inteligencia o si eras sometido bajo presión a tener buenas calificaciones.
En cuanto a estereotipos sexuales, como afecta a ambos géneros por igual, se lo asocia a la presión que sienten las mujeres por ser madres y profesionales al mismo tiempo, y el exceso de responsabilidades. En los hombres, el esfuerzo por sobresalir y hacerlo bien, hace que se distorsione el termómetro del logro personal.
También se han analizado las diferencias salariales; en este caso, el mundo aún es dispar entre mujeres y hombres en muchísimos ámbitos. Así es que puede ser una causa en las que ellas se sientan disminuidas inconscientemente.
Se trata de una forma de miedo encubierto, ya que el despliegue del logro es muy visible; sólo que quien padece este trastorno no logra aceptarlo ni reconocerlo. Especialistas en psicología han estudiado el tema, y lo relacionan con lo que se denomina Pesimismo Defensivo (PD). Afirman que esta actitud y el Síndrome del Impostor (SI) tienen dos cosas en común: la existencia de dudas acerca de la propia habilidad, el miedo al fracaso y el mantenimiento de unas bajas expectativas de resultado.
Cómo proceder
Si sos de las personas que no soportan ser reconocidas, ni destacadas, y que todo el tiempo estás recriminándote que nunca es suficiente lo que has hecho, por más que los resultados afirmen lo contrario, estos cuatro puntos pueden ayudarte:
– Decí simplemente: “Muchas gracias”. Y nada más. Restringe todo pensamiento negativo o limitante que quiera asomar.
– Llevá un registro escrito de todo lo bueno que te han devuelto los demás; reléelo frecuentemente para afianzar tu confianza interna.
– Cuidá tu estrés. Como muchas veces postergás tu tiempo personal y otras cosas, por cumplir y hacer mucho más de lo esperado (según tu medida interna), podés tender a excederte, y la salud te pasará factura. Si pensás que tu éxito se debe al trabajo duro y no a tu talento, ya sabés lo que podés cambiar.
– Pedí lo que consideras que mereces. Al reforzar el merecimiento, estás trabajando internamente en tu estima personal. Es por esto que muchas personas prefieren no correr riesgos y se quedan estancados.