En esa gran isla con hielo que es hoy Groenlandia, ubicada entre el océano Atlántico y el océano Glacial Artico, estaban las huellas de vida más antiguas de la Tierra. Allí, científicos de la Universidad de Wollongong, Australia, excavaron y, por los deshielos, consiguieron acceder a restos fósiles que vivieron hace 3.700 millones de años atrás, en una época en que la Tierra era bastante parecida a Marte.
Hasta ahora, los fósiles más antiguos eran de 220 millones de años atrás. Allen Nutman y su equipo de geólogos australianos fueron más lejos aún con su hallazgo de “estromatolitos”, que fueron formados por asociaciones de microorganismos depositados en un ambiente marino superficial. Los identificaron hace 4 años en Groenlandia, en realidad, pero se tomaron su tiempo para hacer análisis en profundidad y presentar pruebas contundentes. Miden entre 1 y 4 centímetros.
Exactamente, los restos fósiles se encontraban en rocas del Cinturón supracortical de Isua, en el suroeste de Groenlandia. Otros investigadores han postulado que allí hubo una composición química que podía indicar indicios de vida. Pero otros señalan que la mezcla de compuestos químicos podrían haberse dado por procesos naturales. Todo un debate.
La Tierra se habría formado hace 4.550 millones de años, y los fósiles encontrados ya la habitaban hace 3.700 millones de años (ni siquiera vivían en ese momento los populares dinosaurios que se desarrollaron unos 231 millones de años atrás). Para Nutman, el descubrimiento lleva a suponer que la vida se habría desarrollado aún antes de la fecha de los fósiles. Su hallazgo se publica en la revista Nature de esta semana, acompañado de un artículo de Abigail Allwood, del Instituto de Tecnología de California y la Nasa, que también investiga el origen de la vida en la Tierra.
La científica Allwood escribió: “Si realmente estas son las tumbas figurativas de nuestros primeros ancestros, las implicaciones son asombrosas”. Además, agregó que “si estos microorganismos pudieron vivir en ese entorno y dejar los rastros encontrados, la vida no es una cosa tan improbable y rara. Dale media oportunidad y saldrá adelante”.
El descubrimiento en Groenlandia aporta más esperanzas para la búsqueda de vida fuera de la Tierra. Según Allwoodk, “nuestra comprensión de la naturaleza de la vida en el Universo está configurada por cómo se desarrolló en la Tierra para establecer las condiciones planetarias para la vida. Repentinamente, Marte puede parecer aún más prometedor que antes como una potencial morada de vida en el pasado”. Las misiones espaciales no tripuladas que se han enviado al planeta rojo han demostrado que en el momento en que las rocas del sitio de Groenlandia se estaban formando, Marte no era muy diferente a la Tierra desde la perspectiva de su habitabilidad, con cuerpos de agua en la superficie.
En la Argentina, en 2009 la bióloga del Conicet, María Eugenia Farías descubrió estromatolitos vivos (como asociaciones de bacterias con algas que parecían rocas), a más de 4.000 metros de altura. Al igual que el planeta Marte, la Puna tiene un nivel bajo de oxígeno, frío, fuertes vientos y aridez. “Si hoy existe vida en los salares de la Puna argentina, también podrían hacerlo en Marte. Son microorganismos que sobreviven a la alta radiación ultravioleta y al metano, en un ambiente desértico”, había comentado Farías a Clarín en el momento de la divulgación de su trabajo.
Por: Valeria Román