En el caso de los hombres, está bien claro que la función del orgasmo, hablando estrictamente desde lo biológico, está relacionada con la reproducción. Pero, ¿ y en las mujeres? Durante décadas los científicos intentaron desentrañar el origen del orgasmo femenino. Ahora, investigadores de la Universidad de Yale aseguran que lo descubrieron.
El estudio, publicado en la revista científica Journal of Molecular and Developmental Evolution, fue liderado por el profesor de Biología Evolutiva Gunter Wagner y la especialista del Hospital de Niños de Cincinnati Mihaela Pavličev. Ellos afirman que el orgasmo femenino también incidió en garantizar la supervivencia de la especie, porque en nuestro pasado evolutivo tuvo como función inducir la ovulación. E hicieron otro hallazgo: que el clítoris se movió de lugar.
A pesar de que en algún momento de nuestra historia como seres humanos existió una relación entre el orgasmo y la reproducción humana, hoy no existe más y por eso los investigadores se enfocaron en las características fisiológicas del orgasmo femenino: la descarga de prolactina y oxitocina. Y hallaron que en muchos mamíferos sí estas hormonas desempeñan un rol en la ovulación.
“El ciclo ovárico en los humanos no depende de la actividad sexual, pero en otros mamíferos sí es inducido por los machos”, explican los investigadores. Entonces, el orgasmo femenino puede haber evlucionado como una adaptación para un rol reproductivo directo, el reflejo que ancestralmente inducía la ovulación. “Este reflejo se volvió superfluo para la reproducción más tarde en la evolución, liberando al orgasmo femenino para roles secundarios”, señalan.
Aquí entran en juego las revelaciones sobre el clítoris. En coincidencia con la evolución de la ovulación espontánea, el clítoris se relocalizó de su ancestral posición dentro del canal vaginal a su posición actual. “Este cambio anatómico hizo que fuera menos probable que el clítoris recibiera adecuada estimulación durante el coito para llegar al reflejo neuroendócrino conocido en los humanos como orgasmo”, analizan. Y apuntan que, durante la evolución de las especies, hubo muchos rasgos que tenían originalmente una función y luego fueron mutando a otras, como las plumas y el pelo.