Ricardo Darín fue homenajeado en España con una gran distinción: recibió el segundo Premio Donostia de la 65 edición del Festival de Cine de San Sebastián. Se trata de un galardón honorario que es entregado a personajes de gran trayectoria y prestigio en el cine mundial. Al ser nominado, Darín había dicho que se trataba del premio “más importante de su vida”.
El argentino recibió la estatuilla en manos de las actrices Dolores Fonzi y Elena Anaya, sus compañeras en La cordillera, el thriller político de Santiago Mitre que se proyectó en el Palacio del Kursaal después de la ceremonia.
Al presentar a su colega, Fonzi, que ya compartió cuatro películas con él, recordó el día en que lo conoció, en el rodaje de El aura (2005): “Sentí que había esperanza de vivir esta profesión con talento y verdad, sin perder la alegría, el entusiasmo y el compañerismo. A todos nos pasa que nos gustaría ser Ricardo Darín“.
El actor fue recibido entre ovaciones, aplausos y con el público en pie e improvisó su discurso. Recordó el día en que entregó el mismo galardón a Dustin Hoffman, en 2012: “Parado junto a ese monstruo cinematográfico universal, me preguntaba cómo se sentiría ese hombre, cómo se controlaría frente a tanta calidez. Hoy me doy cuenta de que no hay forma de controlarse, aunque él quizá no contaba con la ventaja que cuento yo, y es que aquí me siento en casa”.
“Recibo este gran abrazo con mucha emoción. Quiero dedicar este momento a los amores de mi vida: mi mujer, mis hijos, mis hermanas, sobrinos, amigos, a todos los que han tenido la amabilidad de acompañarme hasta aquí para darme contención”, dijo. Justo antes de abandonar el escenario, volvió al micrófono para reparar un lapsus: “Mamá, no me olvido de ti”.
El Premio Donostia es la distinción honorífica más importante del Festival de San Sebastián. Desde que se otorgó por primera vez en 1986 a Gregory Peck, la recibieron grandes mitos del cine, desde Glenn Ford a Robert Mitchum, y desde Al Pacino a Anthony Hopkins, Bette Davies o Glenn Close.