El pez totoaba, originario de México -cuyo buche se cree que tiene poderes afrodisíacos y medicinales- genera enormes ganancias en China. Un kilo se paga 500 dólares y se vende a 60 mil. En el mercado asiático el cuerno de rinoceronte vale más que la cocaína. Gobiernos africanos( Sudáfrica, Zimbawe) decidieron cortárselos a todos los ejemplares para que no los sigan matando. En otra escala, en la Argentina, el precioso cardenal amarillo quintuplica su precio entre su lugar de captura y el de venta.
La comercialización fuera de la ley de estas especies protegidas las coloca en riesgo de extinción. No se sabe con exactitud cuánto dinero genera el tráfico ilegal de fauna, pero se estima que alcanza los 20 mil millones de dólares al año. Está entre las actividades ilegales más rentables.
“Es un negocio millonario en el que lo más visible no es necesariamente lo más importante”, dice Claudio Bertonatti, de la Fundación Azara. “Estamos acostumbrados a ver en los mercados populares venta de animales vivos, y hacia allí se dirigen los operativos, porque ahí lo ilegal está en la vidriera. Sin embargo, lo más grave está bajo tierra. Hay un gran mercado que tiene como protagonistas a importadores y exportadores que cuentan con lacomplicidad de oficinas públicas como la Aduana o puestos fronterizos”.
Cuando se intercepta un cargamento de aves u otras especies, en un camión o avioneta, al ver las imágenes de lo decomisado surge una pregunta inevitable: ¿cómo es posible que pasen cientos de animales sin que nadie los haya visto y escuchado? “Es que hay corrupción en el ámbito público”, insiste Bertonatti.
La realidad parece darle la razón. En abril pasado, un procedimiento en la ciudad de La Plata dio con 300 aves exóticas en dos predios, uno de ellos propiedad del veterinario Carlos Outumuro y Vázquez, ex director de Fauna de la Nación y veterinario. La Dirección de Fauna de la provincia, con fiscales y policía, allanó y secuestró aves de valor elevado.
Droga y animales
Se cree que el traficante de fauna es un especialista, pero no es así. “Así como hoy trafica animales no le hace asco a otros comercios ilegales. A veces aparecen cargamentos mixtos de fauna y drogas. Es muy común, algunos traficantes meten droga dentro de pitones vivas, y tanto la venta de las pitones como la de droga son ilegales” , señala el experto.
De su experiencia en congresos internacionales resultan sorprendentescoincidencias entre el tráfico de drogas y el de fauna. Los traficantes pagan sobornos a funcionarios, presionan jueces, utilizan avionetas y circuitos secretos. ¿Son entonces una mafia? “No, porque el concepto de mafia implica un dominio territorial, pero sí se registraron casos en los que dos o más personas de dos o más países se asociaron premeditadamente para violar leyes. No solamente las leyes protectoras de animales, sino que falsifican documentación y violan el código aduanero “, enumera.
Otra característica del comercio ilegal de especies es que los márgenes de ganancia son altos, porque el costo de producción no existe: la proveedora es la naturaleza. Los comerciantes ilegales pagan a quienes capturan o cazan. Son el primer eslabón de la cadena. “Gente que es pobre y va a seguir siendo pobre por dos razones. Porque les pagan poco y porque cuando escasean las especies tienen que emplear más tiempo para conseguir la misma cantidad de animales”, se lamenta Bertonatti. La falta de escrúpulos es la norma. “Cuando los países africanos decidieron hacer el esfuerzo y la inversión de cortar los cuernos a los rinocerontes para preservar su vida, los traficantes dieron la orden se seguir matándolos porque al haber menos animales, sube el precio”.
¿Por qué hay cada vez menor cantidad de especies? ¿Es el tráfico ilegal de especies el culpable principal? El naturalista lo niega y apunta a una crisis ambiental, que está relacionada con la expansión de la frontera agrícola de la mano de la soja, el uso del glifosato y el comercio ilegal de la madera que también provoca la deforestación. “La naturaleza está bombardeada por un montón de agresiones, las especies no tienen dónde vivir. El tráfico es como un francotirador. Lo otro, son bombas que caen y destruyen todo…”
Las fronteras norte son las más calientes en cuando al comercio ilegal. No hay un desconocimiento de desde dónde y hacia dónde van los flujos pero existe un déficit de control. “No se trata de algo que sea privativo de este gobierno, tampoco del anterior. Es un mal crónico”, diagnostica Bertonatti. “No hay ni siquiera interés en llevar estadísticas fiables. Que el comercio ilegal existe no es algo que resulte políticamente conveniente reconocer.”
En un informe sobre tráfico, se pudo establecer que fueron decomisados 7500 animales vivos y muertos en el 2016.
No todo es ilegal
Sebastián Fusco es naturalista miembro de la Red Argentina contra el Tráfico de Especies Silvestres, coincide en buena parte con la visión de Bertonatti, y aporta datos. “Hay animales que son legales. Puedo disentir éticamente, pero erizos africanos, hurones de los Estados Unidos, un buen número de serpientes, lagartos, pueden ser mascotas si tienen los papeles de los importadores en regla y no están en peligro de extinción. Los canarios son un claro ejemplo de una especie creada para vivir en cautiverio, no pueden sobrevivir en libertad”, aclara.
Con los ofidios, los pájaros son los más traficados. El tráfico de aves crea graves problemas. “Son hacinadas en el transporte, padecen stress, se enferman (por lo general de psitacosis) y solo una parte de ellas sobrevive, incluso si evaden la ley y llegan a una casa de familia”, lamenta Fusco . Un caso extremo es reflejado en el diario El País. En el aeropuerto de Barajas se interceptaron en febrero pasado 120 pájaros procedentes de México ocultos en 4 maletas. Habían muerto 52, por asfixia.
La liberación de especies producto de un operativo, aunque se haga después de una cuarentena también es un problema. Algunos estudiosos opinan que cuando se trata de animales no nativos es desaconsejable, porque pueden generar un desequilibrio ambiental y carecen de un hábitat adecuado.
El cardenal amarillo es una de las aves más codiciadas por su canto y está en peligro de extinción. También jilgueros, mistos, loros, cotorras, guacamayos. Son víctimas por lo general las aves pequeñas que son coloridas o las que tienen vocalizaciones atrayentes.
No hay ley en la ciudad
En su oficina céntrica, Blas Michienzi, a cargo de la Fiscalía Ambiental de la ciudad de Buenos Aires, hace lo que puede. “No soy competente en Ley de Fauna, me coarta un poco estar en la ciudad. Es solo la Ley de Maltrato la que podemos usar acá y la pena es muy baja, de solo un año. Sin embargo, creo que eso no nos debe detener”.
Al fiscal se le ocurren maneras creativas de sortear la barrera mientras espera que el marco legal se vuelva más favorable y exista una ley específica en la capital. “La venta en vía publica es ilegal. No se puede vender nada en vía publica sin autorización. Trabajo con el código contravencional, para nosotros es lo mismo una lapicera que un pájaro. Es una herramienta genérica. Podemos alegar que encontramos un animal sometido a tratos crueles, por ejemplo porque no tiene alimento debido. Pero un juez puede considerar que no hay delito, cosa que ya nos ha pasado “, relata.
Hasta el año pasado, había cuatro fiscalías con competencia ambiental. Ahora, hay una sola. Pero Michienzi no se queja, y se lo ve entusiasta.
“Los cardenales amarillos secuestrados en procedimientos van a un programa especial en Temaiken. Se les hace un tratamiento, se analiza a qué clase específica pertenecen porque los hay de distintas zonas y a partir de eso se reintroducen a su ambiente, en coordinación con la Dirección de Fauna y con Parques Nacionales. Se le incorpora un pequeño rastreador. Hay también un convenio con la Fundacion Azara”, describe.
Todos los animales rescatados se liberan luego de un tiempo de cuarentena que supone que ya no son un riesgo para la saluda de la población. “Otros países tienen una política dura, como los Estados Unidos. Animal detectado en tráfico, se mata, porque se considera un peligro”.
La fiscalía logró neutralizar un lugar donde tradicionalmente se vendían animales víctimas de tráfico, la Feria de Pompeya. Había puestos en la vereda, donde no solamente se ofrecían aves, sino gatos monteses, serpientes y tortugas, que tampoco pueden comercializarse. Hoy ya no es una preocupación. “Incluso pintamos un mural en el paredón de la feria con la Asociación Aves Argentinas donde se insta a no comprar animales silvestres. Participaron más de 200 personas, y puede verlo cualquiera que vaya allí con interés de comprar algo prohibido”, afirma.
Una solución definitiva
Las redes sociales se constituyeron en una nueva plataforma para el tráfico. En Facebook se pueden encontrar aproximadamente 60 grupos, algunos con más de 10 mil integrantes, donde secompran y venden especies protegidas. Hasta el momento, no se ha tenido éxito en las gestiones para que la compañía retire los posteos que facilitan esas operaciones prohibidas. “Desde la RACTES se los contactó haciéndoles saber que permitiendo esto son cómplices de la violación de varias leyes nacionales y tratados internacionales. Su respuesta fue evasiva y sin siquiera una firma de alguien responsable”, relata Fusco. Hay otros esfuerzos para frenar este fenómenos: la Fundación Azara tiene un equipo que monitorea ad honorem la aparición de ofertas inconvenientes.
¿Cómo se termina con el problema del tráfico definitivamente? Para Bertonatti, hacerlo requiere hacer movimientos en forma de pinza. “Uno que ataque a la oferta y otro que concientice a la demanda. Como en la trata de personas con fines de explotación sexual, sin clientes no hay trata“, apunta.
“Y por otro lado, es necesario un estado presente en materia ambiental. No puede ser que no haya ni una sola estación de recuperación de fauna estatal en todo el país y que todo recaiga en las organizaciones no gubernamentales “, dispara.
¿Dónde podés hacer una denuncia sobre tráfico de animales?
La UFIMA, Unidad Fiscal en Materia Ambiental, tiene un número gratuito: 0800-333-47225 (atención las 24 hs). Procurá llamar con la mayor cantidad de datos posible.
También podés acercarte a cualquier Centro de Denuncias de la Ciudad.
La Policía Federal tiene un departamento de Delitos Ambientales. (011) 4383-9586 / 4381-3110 :delitoambiental@yahoo.com.ar
Otra alternativa es escribir a denunciasfauna@fundaciónazara.org.ar