El precio promedio de un kilo de asado es de 137 pesos en el área metropolitana, según el último Índice de Precios al Consumidor del Indec. De ese monto, 52 pesos son impuestos nacionales, provinciales y municipales. Lo mismo ocurre con once de los 26 pesos que cuesta un paquete de 250 gramos de galletitas de agua. O con casi la mitad de los 45 pesos que sale una botella de gaseosa de litro y medio.
Dicho de otra forma, entre el 38,1% y el 49,5% del precio final de los alimentos y bebidas que consumen los argentinos son impuestos. La carga tributaria del país es de las más altas de la región.
Los datos surgen de un informe del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (IARAF) y permiten tener un dimensión del peso de los impuestos en la economía cotidiana.
Hay alimentos, como la carne, el pan fresco y las frutas y verduras y la leche entera, que tienen una alícuota de 10,5 por ciento de IVA. Sin embargo, casi el 40 por ciento del precio de estos bienes elementales en cualquier mesa familiar -tan básicos que conforman la canasta básica que se necesita cubrir para no caer en la indigencia- son impuestos.
Por cada kilo de carne o de pan, un consumidor paga un precio final que está compuesto en un 10,4% de aportes y contribuciones a la Seguridad Social; 9,5% de IVA (tal es el peso del impuesto en el precio final), 4,7% de impuesto a las Ganancias y 2,6% de impuesto al Cheque.
Además, el provincial Ingresos Brutos representa un 8,9% del precio final, ya que es un tributo en cascada, que paga cada eslabón de la cadena y que se descarga de manera acumulativa en el precio final. Las tasas e impuestos municipales significan el 1,9 por ciento del precio final. En total, el 38,1 por ciento del precio de esos bienes son impuestos.
En los alimentos que pagan alícuota plena de IVA (21%), el peso de los impuestos en el precio final llega al 43,4 por ciento. El IVA representa el 17,4% del total, la Seguridad Social insume otro 9,5%, Ganancias, 4,3%; y el impuesto al Cheque, 2,4 por ciento. Ingresos Brutos se lleva 8,1% del precio final y los municipios se quedan con el 1,8 por ciento del precio al consumidor.
Las bebidas gaseosas pagan, además, impuestos internos. Por lo que la carga impositiva en el precio final es aun mayor: 49,5 por ciento.
Cada bebida gaseosa incluye en su precio final IVA (16,6% del total), Aportes y contribuciones (11,5%) , Ingresos Burtos (7,8%), Ganancias (5,8%), Impuestos internos (4,3%); Tasa municipal (2%) y el impuesto al Cheque (2,6%). En este caso, la reforma impositiva que impulsó el Gobierno incluía una suba en el tributo que pagan las bebidas azucaradas, pero la provincia de Tucumán -principal productora de ese insumo- se opuso y logró mantener las alícuotas sin cambios.
¿Qué pasa en los restaurantes? Según el IARAF, casi el 40 por ciento de la cuenta que se paga al comer afuera son impuestos. La suma comprende Seguridad Social (14,1%), IVA (17,4%), Ganancias (0,8%), Cheque (1%) y los subnacionales: Ingresos Brutos (4,3%), el Inmobiliario (1,7%) y el municipal (0,7%).
Según el economista Nadin Argañaraz, director del IARAF y responsable del estudio, esta carga impositiva es un escenario de base. “Consideramos la carga tributaria de cada eslabón, desde la producción hasta la comercialización final. Vamos acumulando esa carga. Seguro que no estamos sobrestimando el peso de los impuestos y quizás lo estemos subestimando, porque el impuesto al Cheque no lo podemos considerar en cada eslabón”, explicó.
Los cambios de los últimos años
El peso de los impuestos en el precio final de los alimentos apenas varió en los últimos dos años. Si bien hubo bajas en impuestos nacionales (cambios en Cheque y Ganancias, por ejemplo, y ventajas impositivas para pymes), esas rebajas fueron opacadas por subas en los tributos provinciales.
Según un estudio de la Universidad Argentina de la Empresa (UADE), el peso de los impuestos en el costo de producción de las empresas era en enero apenas inferior al de un año antes y era mayor al de diciembre. La presión tributaria en la producción aumentó en enero 1,3% desde diciembre de 2017, aunque se ubicaba 0,4% por debajo de la medida un año atrás.
La reforma tributaria que apuró el Gobierno a fin de año y votó, con modificaciones, el Congreso, se propone reducir el peso de los impuestos en la producción, aunque de manera gradual, para no desfinanciar al Estado.
Así, por ejemplo, plantea deducciones de inversiones e impuesto al Cheque en el impuesto a las Ganancias y establece un mínimo no imponible para el pago de los aportes patronales, que se alcanzará en cinco años.
Desde este mes, las empresas pueden descontar de los aportes patronales 2400 pesos por empleado. Ese mínimo llegará en 2020 a $ 12.000 (actualizados por inflación) por trabajador.
A su vez, el pacto fiscal entre el Gobierno nacional y las provincias supone una paulatina reducción de Ingresos Brutos. Aunque algunos distritos aumentaron la alícuota en 2018 para compensar otras reducciones, como la eliminación del tributo a la “extraña jurisdicción”, un plus que debían pagar los productos fabricados en otro distrito.
Mientras tanto, la Argentina debe lidiar con precios mayores que los de los vecinos, en parte por el peso de los impuestos.
Según Iaraf, el 49,5% de impuestos contenidos en el precio final de una gaseosa contrasta con Uruguay (43%), Chile (40,4%), Perú (39,9%), México (37,9%) y Paraguay (28,5%).
“La principal causa de esta mayor presión tributaria se explica por la incidencia de los impuestos subnacionales”, indicó el centro de estudios económicos. En el caso de las gaseosas, Ingresos Brutos y las tasas municipales se llevan el 9,8% del precio final. En Perú, el país que sigue en materia de tributos provinciales y municipales, estos representan el 4,7% del precio de la bebida.
Por Esteban Rafele