El personaje de Carlos Portaluppi, Hugo, es un ex jugador de Primera División del “Ciclón”, que logró disputar siete partidos con la camiseta “azulgrana” en la década del ’80 hasta que una lesión en el tobillo izquierdo le truncó su carrera deportiva.
Frustrado en su ideal, su vida transcurre como un taxista más y en una vuelta de la vida, se tropieza con una madre, Silvia (interpretada por Ana Katz) y su hijo Julián (Valentín Greco), que van a una práctica de fútbol para que el adolescente se pruebe de “cinco”.
El encuentro establece una relación entre ambos, en la que el pasado de Hugo y su afición por San Lorenzo se entrelazan y le permiten al protagonista principal del film, vislumbrar un posible cambio de vida, salir de su opaco presente.
Entre la atracción hacia Silvia y el rol de padre respecto de Julián, el personaje se encuentra con el “mundo real” pero ese cambio lo transforma en un individuo obsesivo por el deseo de que el joven se transforme en futbolista de San Lorenzo.
Consigue una prueba que el adolescente no pasa y el hecho le produce un derrumbe de lo que proyectaba, lo que marca una ruptura de la relación con la madre y el hijo.
Sumergido en la angustia, Hugo sufre un accidente de tránsito que pudo provocar su muerte y paulatinamente vuelve a introducirse en la realidad, donde busca soluciones a sus problemas físicos y emocionales.
En el desarrollo de esta historia, se aprecian zonas del barrio de Boedo, cuna del sentimiento “santo”, donde se rescatan murales pintados alusivos a la historia de San Lorenzo, que le dan un marco a la historia que cuentan los directores Juan Fernández Gebauer y Nicolás Suárez.
Durante algunas escenas de la película se hace alusión al “rival” Vélez Sársfield, que el protagonista cataloga como unos “amargos”, lo que provoca sonoras risas de los espectadores, en su mayoría “cuervos”.
También se destaca la “misa” que oficia un cura protagonizado por Daniel Hendler, donde se mezcla la “realidad”, con las fantasías del personaje de Portaluppi, allí se canta un aliento “tribunero” para el “Ciclón”, interpretado por los asistentes y una monja.
Consultados por Télam, algunos espectadores que asistieron a ver el film en su semana de estreno rescataron el sentimiento y espíritu “azulgrana” como también el recuerdo de algunas situaciones del pasado, como el vendedor de pizza de “cancha”, sobre la avenida La Plata, al ingreso del Viejo Gasómetro.