El pulso al estado de la oposición venezolana ha comenzado ya en los siete puntos de partida previstos para la llamada Toma de Caracas, la megaprotesta convocada por la Unidad Democrática que exige avances en el proceso revocatorio contra Nicolás Maduro . Miles de personas se asoman ya a las calles tras una noche y una madrugada plagada de incidentes. Los túneles estuvieron trancados durante horas y los accesos presentan embotellamientos provocados por la policía. Varias estaciones de Metro están cerradas.
“Ha sido una radicalización del gobierno para evitar la protesta”, acusó el gobernador Henrique Capriles durante una entrevista en Unión Radio. “Es lamentable, los funcionarios del Estado, que son los que tienen que permitir el tránsito, lo impidan. ¿Cómo se sentirán esos funcionarios que tienen que parar a la gente que viene a Caracas a defender su derecho?”, añadió.
El túnel de la Cabrera, que permite acceder a la ciudad desde la autopista central, se convirtió en un tapón durante horas. Cientos de personas fueron reprimidas con gases lacrimógenos, pero se lanzaron a pie al interior del túnel para seguir su camino. Al final la policía se vio obligada a abrirlo.
Según el Foro Penal, se han registrado 37 detenciones en las últimas horas, a las que hay que sumar las de dos alcaldes de Primero Justicia, el partido de Capriles, en el estado Guárico.
También los colectivos radicales revolucionarios dispararon contra un autobús de manifestantes. A otro que venía de Delta Amacuro le reventaron los neumáticos, a uno procedente de Anzoátegui le lanzaron una piedra para partirle un vidrio.
La estrategia más repetida de la Guardia Nacional fue detener los transportes durante horas en plena madrugada. “Nos han detenido de forma arbitraria, nos lanzaron gases y dispararon perdigones”, denunció el diputado Wilmer Azuaje, quien viajó con sus seguidores desde Barinas.
Desoyendo los llamados internacionales de la OEA, Amnistía Internacional e incluso de Unasur, el chavismo no sólo blindó la capital, sino que durante las horas previas inventó mil y una maneras, con violencia incluida, para que los “protestantes” no pudieran avanzar en dirección a Caracas. Nicolás Maduro calificó la marcha como “subversiva” y acusó a sus organizadores de buscar un “golpe de estado terrorista” contra su gobierno. El oficialismo también ha contraprogramado una manifestación para hoy, para la que cuenta con centenares de empleados públicos obligados a asistir.