Creer en milagros puede ser perjudicial para la salud

Un estudio de la Universidad de Michigan investigó las diferencias entre el cuidado de la salud de las personas creyentes en milagros y no creyentes. Qué hacer frente a un paciente que no quiere tratarse

Hay algunos momentos -la pérdida de un trabajo, la aparición de una grave enfermedad, un paseo por una zona peligrosa- donde la fe en un Dios que vigila y protege puede brindar una reconfortante sensación de consuelo y esperanza, según varios estudios pudieron comprobar. Sin embargo, hay personas que ceden demasiado control a una figura divina y eso puede conducir hacia riesgos “en la vida terrenal”. Uno de los campos en los que puede presentarse esa complicación es en la salud.

Otorgar demasiado control a una mano divina puede ser tranquilizante en un principio pero tiende a disminuir notablemente los esfuerzos de buscar tratamiento a una enfermedad o de tomar medidas preventivas en pos del bienestar corporal, según un nuevo estudio de la Universidad de Michigan, Estados Unidos. Hombres y mujeres que dijeron creer en la sanidad divina eran más propensos a dejar que Dios decida y resuelva sobre sus problemas de salud, según la investigación dirigida por el investigador estadounidense R. David Hayward.

Además, las personas que tenían más probabilidades de colocar la responsabilidad de su salud en manos divinas reportaron un peor estado de salud.

Sin embargo, los científicos notaron que la creencia en este tipo de sanación tiene un enfoque beneficioso en los casos de individuos con enfermedades terminales, cuando la intervención médica ya no puede ayudar. Eso sucede porque la colocación de la fe en un Dios benévolo que esté al lado en sus últimos días puede ayudar a aliviar su ansiedad y sufrimiento.

Hasta que llegan a esa etapa, sin embargo, el estudio sugiere que las personas religiosas tienden a beneficiarse cuando plantean una “cooperación” con Dios mientras intentan todo lo posible para tratarse y llevar una vida saludable. Ese equilibrio adecuado entre el control divino y el control personal es en realidad la parte más difícil de lograr.

En Estados Unidos, país de origen del estudio más de cuatro en cinco ciudadanos, sostienen que Dios (en todas sus formas) realiza milagros y casi un 50 por ciento de estadounidenses dice haber experimentado un milagro sobrenatural. Además para muchas personas religiosas, en particular afroamericanos y evangelistas, hay una gran tendencia a ceder el control personal de los problemas particulares de salud a Dios.

En otro estudio de la Universidad de Chicago en pacientes urbanos con cáncer, el 61 por ciento de los participantes afroamericanos dijo que Dios estaba en control de su cáncer mientras que sólo el 29 por ciento de los blancos estuvo de acuerdo con el comunicado. “En base a nuestros resultados, creemos que esto puede ser un componente importante en la toma de decisiones del cuidado de la salud de los pacientes afroamericanos. Por ejemplo, si únicamente se vuelcan a la oración, mientras retrasan la búsqueda de atención médica”, señalaron los investigadores en la publicación Journal of Racial and Ethnic Health Disparities.

El estudio de la Universidad de Michigan, publicado en la edición de octubre de la revista Journal of Behavioral Medicine, analizó los datos de 2.948 participantes en la Encuesta Nacional de Salud y Espiritualidad Landmark de 2014, y descubrió que las actividades religiosas como la oración, la lectura de la Biblia y la asistencia a la iglesia se asociaron con una mayor satisfacción con la vida. Pero, al mismo tiempo, una vida religiosa más activa también se relacionó con una mayor creencia en los milagros de curación, que a su vez se vinculan con el relegar responsabilidades de salud a un Dios. Y eso también se asoció con peores síntomas en la salud física.

No hay respuestas simples al método para encontrar un equilibrio ideal entre el control divino y el control personal. Sentir que un Dios que cuida está mirando y protegiendo a los individuos, puede producir una gran cantidad de resultados positivos para la salud. En este caso está asociado con “reducir el estrés asociado con problemas de salud crónicos y proporcionar una sensación de esperanza y optimismo para el futuro”, según indicaron los investigadores en el estudio de Michigan.

Incluso, aquellos participantes de la investigación con altos niveles de creencia en la sanidad divina y síntomas de salud peores informaron mayor satisfacción con sus vidas cuanto más religiosamente activos eran.

La preocupación de los investigadores radica en que cuando demasiado control y confianza son depositados en Dios, esto puede conducir a una sensación de fatalismo acerca de la eficacia de los esfuerzos propios de uno.

Por este motivo, el estudio plantea algunos cursos posibles de acción para familiares y profesionales en estos casos:

– Hacer hincapié en la importancia de trabajar en cooperación con Dios para ayudar al proceso de curación divina

– Tener líderes religiosos que colaboren en la comprensión de que la capacidad milagrosa de Dios no resta valor a la importancia de involucrarse en comportamientos positivos para la salud

– Tomar ciertas creencias religiosas en beneficio personal, como el hecho de ver al propio cuerpo como un regalo de Dios. Esto puede motivar a la gente a “ser más activa en el mantenimiento de su propia salud, ya que es visto como un deber sagrado”

Sin embargo, en estos episodios no hay una solución única y deben ser tratados con el cuidado del caso y la delicadeza de un tema de tamaña susceptibilidad para el paciente. Hay momentos para los profesionales médicos en que los beneficios de ceder el control a Dios superan el daño potencial y deben ser respetados. En los casos de pacientes que agonizan, las personas religiosas pueden beneficiarse de un “asesoramiento divino” que les permita morir en paz y con la seguridad de que se ha sido respetuosos y coherentes con ciertos valores y creencias religiosas.

La clave para los investigadores es que la creencia en una deidad es un vehículo que conduce hacia puerto seguro para muchas personas que sufren por su temor o por fobias y que, muchas veces, necesitan de un refugio psicológico donde encontrar consuelo en situaciones difíciles. Sin embargo, para la comunidad médica también es necesario que el paciente se involucre en su propia salud, que asegure un mejor y más profundo descubrimiento y tratamiento.