El despliegue en Corea del Sur del Sistema de Defensa Terminal de Área a Gran Altitud (THAAD, por sus siglas en inglés), una medida rechazada de manera contundente por China y Rusia, abrió un nuevo frente de conflicto en la convulsionada península coreana, que se suma a la escalada protagonizada por Washington y Pyongyang.
En un nuevo pico de tensión en Asia, esta vez protagonizado por China y Corea del Sur, tropas estadounidenses comenzaron a instalar hoy el escudo antimisiles THAAD, un sistema que busca interceptar posibles proyectiles norcoreanos, pese al firme rechazo del gigante asiático que durante la jornada de hoy presentó su segundo y mayor portaaviones.
Aunque las Fuerzas Estadounidenses en Corea (USFK) no han anunciado ni emitido comunicación alguna sobre la operación, un portavoz del Ministerio de Defensa surcoreano confirmó a la agencia de noticias EFE que la instalación ha comenzado cerca de la localidad de Seongju (centro).
Diseñado para derribar misiles a gran altura, una batería del THAAD incluye seis lanzaderas autopropulsadas (cada una con unos 50 misiles interceptores) y una unidad de control de lanzamiento y comunicaciones conectada a un potente sistema de radar de largo alcance de banda X.
Varios centenares de ciudadanos de la comarca protestaron a las puertas del recinto y tuvieron que ser contenidos por un dispositivo policial que permitió finalmente la entrada de los camiones, según informó la agencia de noticias Yonhap.
Muchos de los habitantes de Seongju, región agrícola famosa por el cultivo de melones, se muestran preocupados por la posibilidad de que su localidad se convierta en objetivo de ataques norcoreanos y también por los efectos que los potentes radares del THAAD tengan sobre su salud y sus sembrados.
El acuerdo para la instalación ocurrió en julio de 2016, entre Estados Unidos y el Gobierno de la destituida presidenta surcoreana Park Geun-hye.
Sin embargo el principal opositor al dispositivo bélico es China, que considera que el despliegue del escudo va a provocar nuevos desequilibrios en la región por la posibilidad de que desde ese dispositivo se pueda hacer inteligencia sobre las comunicaciones chinas.
“La instalación del THAAD distorsionará el equilibrio regional y provocará mayor tensiones en la península (coreana)”, manifestó este miércoles el vocero del Ministerio de Asuntos Exteriores chino, Geng Shuang, en una conferencia de prensa.
Geng recordó que China ha expresado a las autoridades competentes su “seria preocupación” por el despliegue de este equipo, pensado por Estados Unidos y Corea del Sur y sobre el que Beijing considera que sus potentes radares pueden utilizarse para obtener información de sus instalaciones militares.
“No ayuda de ninguna manera a la desnuclearización de la península coreana ni a la paz y estabilidad regional. También mina seriamente los intereses estratégicos de China en materia de seguridad”, enfatizó el portavoz de la cancillería.
Geng urgió a Seúl y Washington a dar un paso atrás y les alertó de que el régimen comunista tomará “de manera firme” las medidas necesarias para proteger sus intereses, sin precisar cuáles.
Rusia, por su parte, adoptó una posición similar de rechazo al despliegue del THAAD y fue más allá al alertar sobre una posible catástrofe si las disputas se resuelven a través de una salida militar.
“Es evidente que las opciones militares que empiezan a mencionarse públicamente acarrearán consecuencias catastróficas para la península de Corea y el nordeste de Asia en general” consideró el ministro de Relaciones Exteriores ruso, Serguei Lavrov, durante una Conferencia de Seguridad realizada hoy en Moscú.
Además, el ministro ruso cuestionó al Gobierno estadounidense por no ratificar hasta la fecha el acuerdo que proscribe las pruebas nucleares.
“Es preocupante la falta de voluntad o la incapacidad de Estados Unidos y otros países para ratificar el Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares”, remarcó.