Este avance supone un paso más para la creación de dispositivos electrónicos más baratos y respetuosos con el medio ambiente.
Se trata de un componente muy parecido a las baterías comerciales de iones de litio de alta capacidad, pero con una importante diferencia: en lugar de emplear como material base el litio, utiliza un material fabricado con flavina derivada de la vitamina B2 como cátodo. Tiene una capacidad de alrededor de 125 mAh y un potencial de 2,5 V.
“Durante un tiempo, hemos estado buscando en la naturaleza para encontrar moléculas complejas para su uso en una serie de aplicaciones de electrónica de consumo”, explica Dwight Seferos, uno de los miembros del equipo. “Cuando empleamos algo hecho por la naturaleza que ya es complejo, invertimos menos tiempo en hacer un nuevo material”.
Mientras que otras investigaciones, como la batería de flujo de la Universidad de Harvard han incorporado la vitamina B2 como parte de una batería, estos científicos aseguran que su derivada es la primera en utilizar moléculas de polímero de cadena larga de origen biológico para uno de los electrodos.
De este modo, la energía se almacena en un plástico creado a partir de vitaminas, en lugar de los metales que son más caros, difíciles de procesar y más tóxicos para el medio ambiente.
La vitamina B2 tiene una capacidad inherente para almacenar energía en nuestros cuerpos a partir de la descomposición de los alimentos, y tiene cualidades muy interesantes que la convierten en un material ideal para las baterías.
El prototipo que han desarrollado los investigadores tiene el tamaño de la batería de un audífono y todavía queda mucho trabajo por hacer, pero confían en que su estudio favorezca el desarrollo de baterías libres de metal más eficientes, delgadas, flexibles y ecológicas que las que tenemos en la actualidad.