Correr con música: a favor y en contra

Con el advenimiento de las nuevas tecnologías, el corredor encontró un nuevo aliciente para que sus jornadas rindan más y mejor.

Correr con o sin música, esa es la cuestión entre los runners que introducen las melodías en sus carreras y los que no. Hay quienes prefieren no escuchar los sonidos del mundo exterior y que a través de la música logran concentrarse más y mejor en lo que están haciendo. Por el contrario, también hay personas que no pueden concentrarse en sus actividades cuando escuchan alguna melodía.

Unos y otros, partidarios y detractores, forman legión en el universo del running.

Incluso en la montaña hay corredores que dejan de lado los sonidos de la naturaleza y prefieren buenas canciones para pasar los kilómetros de una carrera. Unos y otros tienen sus razones y sus motivos para usar o no la música para correr. Ambos colectivos tienen razón. No es que uno u otro sean dueños de la verdad, sino que en el momento de correr cada uno elige de acuerdo a sus deseos y expectativas.

Gran potenciadora

La música no solo distrae o entretiene, sino que también tiene una innegable capacidad para estimular, animar y potenciar.

Por eso, en las competiciones oficiales de velocidad, medio fondo y fondo, está prohibida su utilización. Sería inimaginable ver al corredor keniata Dennis Kimetto, o a su compatriota Wilson Kipsang, participando en cualquiera de los grandes maratones del mundo al compás de su música preferida. O a Usain Bolt, el hombre más veloz del planeta, correr los 100 metros llanos llevando auriculares. Sí, es cierto que muchos de los atletas de élite escuchan música en los instantes previos a participar en una competición. Les sirve para aislarse, concentrarse y pensar en lo que vendrá. Por ejemplo, según The New York Times, el ex fondista etíope Haile Gebrselassie pedía para motivarse que pusieran por megafonía la canción techno (o tecno, fusión entre scat y música dance) Scatman, de Scatman John, durante las pruebas de 10.000 metros en pista.

Y en muchas competiciones los organizadores complacían a este atleta que dominó el tartán hasta bien entrado el siglo XXI.

Cambios vertiginosos

Si en la década de 1980 ser corredor era casi una herejía, quienes se animaban, y además querían escuchar música, debían hacerlo con el pesado walkman, un reproductor portátil de la marca Sony que alcanzó fama mundial. Ese hoy obsoleto dispositivo permitía escuchar la radio o poner un casete al que había que dar la vuelta después de 30, 45 ó 90 minutos.

Ese primitivo gadget fue reemplazado en los albores de 1990 por el discman, que permitía escuchar música gracias al reproductor láser de un disco compacto, un accesorio que hoy parece incómodo y rústico como su antecesor. Finalmente en el 2000 hizo eclosión la música en MP3, potenciada por la aparición de dispositivos como el iPod de Apple, con auriculares de diseño y con mucha mayor capacidad para almacenar música. Esta innovación supuso un cambio radical para los corredores, puesto que aportó confort, distinción y variedad durante las carreras o los ejercicios de entrenamiento.

Actualmente, también el reproductor de MP3 está quedando prácticamente fuera de circulación tras el desembarco de los smartphones, que, además de permitir cargar música, también sirven como monitores para medir el ritmo, el paso y la distancia en el momento de correr, entre otras opciones.

Desde los años 80 hasta la actualidad, el cambio tecnológico ha estado acompañando a una creciente ola de corredores que utiliza la música como parte de su entrenamiento para que la acción de correr sea placer y disfrute, más allá de un tiempo o marca específica.

DISTINTAS VISIONES

A favor

• Actúa como barrera contra la monotonía durante un recorrido largo.

• Estimula en momentos de escasas ganas de correr para evitar el abandono

• Puede ayudar a conectar con el entrenamiento específico.

• Permite incrementar la intensidad del ejercicio que se está realizando.

• Otorga sensación de compañía.

• Utilizar música durante el calentamiento previo a una competencia genera un significativo aumento en el rendimiento deportivo.

En contra

• Puede desconcentrar.

• Puede afectar la percepción de la velocidad a la que se corre.

• Genera dependencia.

• Distrae de los peligros de la calle: vehículos, bicicletas y transeúntes.

• Según el volumen, aísla del mundo exterior o impide conversar si se sale en grupo.