1. El aro se sale y nos clava la piel. Cumplen su función de sostener, juntar y levantar el busto, pero cuando la tela que los recubre se rompe, se clavan en nuestra piel generando lastimaduras. Lo ideal es no utilizar corpiños con aros metálicos o, en su defecto, no elegir aquellos que nos compriman tanto los pechos (mucho menos cuando realizamos actividades físicas).
2. Los breteles nos producen dolor de espalda. Lo pueden sufrir las mujeres con pechos grandes, medianos o pequeños. Puede que el talle y el calce sea el correcto, pero los tiradores sean cortos, justos o de un material inapropiado, que nos aprieta y nos genera lesiones en los hombros y espaldas. Para alivianar la presión debemos optar por breteles que sean flexibles, para poder ajustarlos según lo necesitemos.
3. Nos dejan marcas. Si el soutien que usamos no es el adecuado, termina comprimiendo los senos y el torso. Los especialistas explican que los corpiños restringen la circulación de la sangre y de los estrógenos, que acaban aprisionados durante horas, dejando lesiones en la piel.
4. Las mamas se alteran en nuestro período premenstrual. Las lolas se ponen más sensibles, se inflaman, cuando estamos cerca de tener el período menstrual y el uso del corpiño nos puede ocasionar algunas molestias y dolores. Si podemos evitar utilizarlos en estas fechas sería un alivio, de lo contrario, debemos llevar un corpiño confortable, especialmente elegido para estos días.
5. Una travesía durante el embarazo o lactancia. Los pechos van cambiando durante el embarazo y la lactancia, por ende, también tendremos que adentrarnos a la aventura de dar con el soutien indicado. Lo aconsejable es optar por corpiños que no compriman los pechos, que no interfieran en la evolución natural de las lolas, que cambian de tamaño, peso, aumentan en sensibilidad, debido a que se están preparando para la lactancia. Una vez en este período, podemos optar por los sujetadores de lactancia, que nos brindan mayor comodidad.
6. Telas o materiales que irritan la piel. Ya sea por alergias al metal o porque el material implementado es muy áspero, lo cierto es que muchas mujeres experimentan a diario picazón, sarpullido o áreas enrojecidas. Para que la piel sane y mejore, aconsejan usar telas de algodón o de texturas suaves y dóciles, y humectar la zona, además de consultar con un especialista en caso de que sea necesario.
7. Quedan expuestos con determinadas prendas. Cuando el corpiño asoma por sobre la blusa o vestido de una manera que no es intencional, puede arruinar lo que estamos luciendo. Lo aconsejable es usar brasieres sin breteles, o con un bretel que se ajusta alrededor de nuestra espalda.
8. Se nos rompen a mitad del día y tenemos que aplicar la creatividad. ¿Quién no pasó por esta situación? En el trabajo, en el colectivo, en una reunión, en una cita, en fin… Esta es una escena por la muchas hemos pasado y es el momento en que debemos agudizar el ingenio, porque -claro- no todas vamos por la vida con aguja e hilo en nuestra cartera. Un clip, un gancho o un nudo pueden ser de gran ayuda.
9. Se sube, no sujeta lo suficiente y nos sentimos demasiado “libres”. Lo vimos en la vidriera y nos deslumbró. Pasamos por el probador y no dudamos en comprarlo, pero varias horas después de usarlo, nos damos cuenta que no era el indicado. No nos sujeta lo suficiente, se sube y nos deja al descubierto.
10. Se deforman cuando los lavamos. Cada vez que los metemos al lavarropas, salen falseados y tenemos que intentar volverlos a su forma habitual. Lo aconsejable es colocarlos en una bolsa de red o en unas esferas plásticas para evitar que se abollen, se estiren, se desgasten y que nos causen más problemas a la hora de usarlos.