Guillermo Coria estuvo a una pelota de la gloria. Tuvo entre sus manos la oportunidad de coronarse como campeón de una final de Roland Garros única, que podría haber pasado a la historia como la más rápida de todos los tiempos. Sin embargo, su nivel decayó de un momento a otro y le permitió a Gastón Gaudiorecuperarse, a punto tal que fue el dueño de la corona.
En una entrevista con el programa Perros de la Calle (Radio Metro), el Mago revivió qué le pasó por la cabeza cuando estaba 6-0, 6-3 arriba y se imponía en el tercer set por 4-3: “Iba ganando muy fácil, dos sets a cero. Y todas las cosas que se me vinieron a la cabeza fue lo que había pasado con el doping y un montón de cosas de chiquito. El único miedo que me podía llevar a perder esa final era acalambrarme. Ponerme nervioso y acalambrarme. Porque yo me sentía seguro”.
“En el cambio del 4-3, ya dos sets a cero, que sacaba Gastón, digo: ‘Puede ser el último cambio de lado’. Ahí empecé a ponerme nervioso… Ya faltaba poco. Empecé a pensar. Yo estaba con mucha bronca con los directivos de ese momento de la ATP por todo lo que había vivido con el juicio por doping”, rememoró uniendo el caso de doping que sufrió por nandrolona en 2001 y esta derrota en el 2004.
“Empiezo a pensar en todas esas cosas y Gastón justo empieza a hacer lo de la ola. Para el partido y empieza a jugar con la gente. Ahí empecé a ponerme cada vez más nervioso”, explicó.
Aquel momento de relax que planteó Gaudio cuando estaba por conocerle la cara a la derrota fue el quiebre del partido: “Iba una hora de partido, podría haber sido la final más rápida de la historia. Él se puso a jugar con la ola y yo estaba tratando de bajar porque ya quería jugar. Pierdo ese game y me empecé a acalambrar el gemelo derecho. Fue 100% psicológico, apenas iba una hora de partido. Empiezo a pensar que me acalambro y automáticamente, en 5 minutos, estaba todo acalambrado“.
Más allá de haber desaprovechado la oportunidad en el tercer set, el Mago tuvo revancha en el quinto. El último parcial estaba 6-5 a su favor y, de repente, tuvo dos oportunidades de conquistar el título. “Eso me lleva a tener match point a favor, que se me van por tomar riesgos para terminar el punto lo más rápido posible. Se me fueron por 5 centímetros”, reconoció.
Ese ida y vuelta en el marcador del partido se dio en un contexto de confianza absoluta de Coria en la previa y la tensión del Gato Gaudio. “Lo veía a Gastón el día previo y como que se sentía raro estando ahí, muy nervioso. Cuando empezó el partido lo vi muy nervioso. El partido se fue dando muy fácil y cuando se dan las cosas así es peor porque te da tiempo para pensar en otras cosas. No estás pendiente de no salirte de la táctica, de estar concentrado”, reflexionó.
La noche previa a la final, Coria mantuvo una charla con Gil Reyes, hombre clave en la carrera de André Agassi, en la que pudo prever lo que sucedió después: “Me llamó para ver cómo estaba y le dije que el único miedo que tenía era acalambrarme”.
El tiempo pasó pero ese karma lo persigue. A tal punto que es uno de los temas tabú para aquellos que se sientan a dialogar con él. “Estoy enseñando tenis por todo el país y cuando hablo en las charlas con los chicos nadie se anima a hacerme la pregunta de qué pasó en la final de Roland Garros. Yo lo que digo es que fue la mejor enseñanza que tuve como persona“, afirmó.
“Obviamente que me hubiese gustado ganar.Lloré durante un montón de horas después de esa final. Estuve hecho mierda durante dos días. Pero después de esos dos días me puse a analizar qué me había pasado“, explicó.
“Me fui dando cuenta un montón de cosas que había hecho mal. Es justo que me haya pasado. No pedí ayuda, hacía todo solo. Ahí empecé a darme cuenta de un montón de cosas de mi forma de ser que fui cambiando y agradezco ese momento para poder cambiar como persona también“, agregó.
El tenista argentino que estuvo en el top ten durante tres años había arribado a ese torneo como máximo candidato: “Era favorito en ese Roland Garros. El primer día que llego me dan la sala más grande de conferencia con todos los periodistas del mundo que me estaban preguntando cómo iba a festejar el título. Durante esas dos semanas no me abrí, nunca dije que estaba nervioso”.
Frente a esa situación, el golpe de la derrota fue más fuerte: “No quería ni ir a la conferencia de prensa. Fui y lloré en la conferencia. A la noche fui con toda mi gente a cenar a un lugar, horrible, una cena de mierda. Fueron duros los días después“.
Aquella definición terminó siendo para Gaudio por 0-6, 3-6, 6-4, 6-1 y 8-6, transformándolo en uno de los cuatro sudamericanos en conseguir el máximo torneo sobre polvo de ladrillo junto con Guillermo Vilas, el ecuatoriano Andrés Gómez y el brasileñoGustavo Kuerten.