El 14 había cumplido 22 años. Pero la celebración se pasó para cuatro días después: la noche del 18 de diciembre Luis Bremer recibiría en su casa a sus familiares y amigos. Y ya tenía todo preparado: en la heladera aguardaba la torta que le había preparado su mamá, Manuela. Y al aproximarse a su departamento, Bremer portaba además una sonrisa enorme por otro motivo muy especial: en una mano sujetaba el diploma de locutor que le acaban de entregar en el Teatro Cervantes. Ese día se había recibido.
Y entonces la vio: “Encontré a mi vieja muerta en la puerta de mi casa…”.
Pasaron más de veinte años. Y el panelista de El Diario de Mariana ahora puede relatar todo lo que vivió en una charla con Andy Kusnetzoff en FM Metro, que arranca con un disparador: “¿Cuál fue el tema que más te costó tratar en la televisión?”, le preguntó Andy en el mediodía de este Viernes Santo. “En Canal 26, con la primera nota a (el femicida Ricardo) Barreda en la cárcel. Me negué a presentarla. Era muy pibe, no me podía parar de manos, y lo tuve que presentar con cara de póquer”. Su oposición inicial estuvo motivada por lo que había sucedido con su mamá. “Tenía que ver con mi historia…”, dice.
“(A Manuela la mató) la pareja que tenía en ese momento, que no se bancó que ella cortara la relación. Y ese día fueron las dos caras del teatro en la vida misma: por un lado la felicidad (por haberse recibido), y por el otro lado un pozo trágico donde uno se hunde durante algunos años hasta que salís a respirar la calle“, explica Bremer.
Desde esa noche, según cuenta, vivió la “vergüenza pública del hijo varón”. “Me meto en la pata cultural: que te toquen a tu vieja… te lastima en un lugar tan profundo que tardás en salir, porque te creés el mayor defensor de tu vieja. Y te preguntás: ¿cómo me pudo haber pasado esto a mí?“.
Te acercan posibilidades de venganza: es una locura pero esto pasa… Y tenés que decir: ‘Yo no soy la misma mierda que ellos’
Manuela no había tenido una relación violenta con quien terminó siendo su homicida. Pero al dar por concluido el noviazgo, empezaron las amenazas. “Vivimos más de seis meses de amenazas telefónicas. Y en la comisaría no tomaban denuncias en ese momento, sino presentaciones policiales. Se limpiaban el culo, como muchos harán hoy por hoy“, acusa Bremer.
Ante la falta de respuesta de la Policía, en la familia buscaron alternativas. No lograron encontrarlas. “Pensamos mil cosas para rescatarla, como que se vaya a vivir a España, adonde tenía familiares. Pero no había guita. Estamos hablando de una clase media laburante. Imaginate lo que debe pasarle a alguien que no tiene recursos ni para tomarse un bondi para escaparse“.
Y llegó la tragedia. El asesinato. Y la oscuridad, algo “complejo de transitar”. “Tardé cinco años en volver a respirar -admite Luis-. Los latidos de mi sobrino Axel, cuando los escuché cuando la madre estaba en trabajo de parto, me despertaron…“. Axel es hijo de su hermano, quien estaba a su lado aquella noche que regresaron del Teatro Cervantes y encontraron ahí, a su mamá.
Pensamos mil cosas para rescatarla, como que se vaya a vivir a España. Pero no había guita
Bremer comprende que la autoayuda y “el ‘sí se puede'” es “una pajereada”. Hace falta la ayuda de los demás, porque “aparece gente divina”. Y también la terapia es indispensable para “entender”; y ese entendimiento “te quita odio y te permite hacer tu propia vida”.
Porque ese sinuoso camino a recorrer en la recuperación ofrece recovecos impensados. “Como ser humano te van pasando un montón de cosas. Te acercan hasta posibilidades de venganza: es una locura pero esto pasa… En ese momento te tenés que parar desde el lugar de la educación que recibiste y decir: ‘Yo no soy la misma mierda que ellos’“, sostiene.
Bremer pide mayor presencia y presupuesto del Estado en esta problemática. “(Hacen falta) refugios para mujeres que se tienen que ir de la casa porque las van a matar, y tienen cuatro hijos pero no tiene laburo”, argumenta, si bien comprende que la responsabilidad es de todos. “El problema es cultural, político y tiene que haber un cambio de conciencia: dejar de criar machitos con la pelotita y princesitas con la muñequita“, afirma.
Pero, ¿qué sucedió con el asesino? “Hubo una condena inicial muy leve, porque también hubo otro presidente, que fue Carlos Menem, que dijo que las personas de más de 70 años podían tener prisión domiciliaria. Al poquito tiempo creo que salió y después lo perdí de vista“, asegura el periodista, quien fue uno de los grandes impulsores de la marcha Ni una menos.
Porque “esa imagen” fatídica que Luis vivió más de veinte años atrás, aquel 18 de diciembre en el que se recibió de locutor, “se repite una vez por día. Y eso es lo más terribe”.