Almaceneros, kiosqueros y supermercadistas fueron alguna vez los reyes del mayorista. En esos predios gigantescos, por los que ruedan grandes carros cargados de cajas, ellos se movían como amos y señores, y cualquier extraño con pocos productos llamaba la atención. Hoy todo se revirtió. Tras una década de alta inflación, la población agudizó los rebusques para hacer rendir el sueldo al máximo. Y ahora, por los pasillos de esos megamercados ya circulan más familias que comerciantes.
Una encuesta a la que accedió Clarín, hecha por la consultora CCR en las principales ciudades del país, indica que actualmente el 59,9% de los clientes de los mayoristas compra para abastecer su hogar, y no para revender. Son, en la jerga, “consumidores finales”.
El promedio varía bastante según la región. En la Ciudad de Buenos Aires hay un empate: las familias son ya el 49,6% de los visitantes y en el Conurbano, el 51,7%. Pero en el resto de la Provincia el público hogareño escala al 61,7%. En Córdoba es el 64,5%, llega al 69,1% en Mendoza y en Santa Fe alcanzó un 75,3%, es decir, son 3 de cada 4 clientes.
Según datos de la consultora Kantar Worldpanel, sólo en el último año 355.000 nuevas familias se volcaron a la modalidad. Y desde 2012, más de 800.00. Con este salto, agregan, ya más de 5.300.000 de hogares se aprovisionan a lo largo de un año en mayoristas como Vital, Diarco, Maxiconsumo, Yaguar y Makro.
Laura Morales es una de ellas. Por consejo de una amiga, probó en marzo ir a un mayorista del Abasto. Desde entonces, vuelve cada 20 o 30 días para llenar la alacena. “Somos cuatro en casa y nos ayudó a bajar los gastos en un año complicado”, contó.
“A veces hay mucha cola. Pero uno la hace, por necesidad. Si no, cuesta mucho llegar a fin de mes. Vos mirás alrededor y es toda gente que está en la misma”, sumó Juan Garnero, un vecino de Parque Patricios que vive con sus padres y va cada mes a un mayorista de Avellaneda.
Los casos no son aislados. Hace dos años, en Capital y el Conurbano, sólo el 24% de los vecinos decía haber ido a un mayorista en el último mes. El año pasado lo afirmó el 36%, en abril de este año ya fue un 39% y en agosto pasado, un 44%, según el estudio Pulso Social de CCR.
Así, en medio de la crisis, este año los mayoristas lograron vender más que el año pasado. El crecimiento en cantidades fue del 2,6% en el país y del 4,4% más en el Área Metropolitana de Buenos Aires. En igual período -de enero a agosto- las ventas de híper y supermercados, almacenes y autoservicios cayeron más del 3%.
En la Cámara Argentina de Distribuidores y Autoservicios Mayoristas (Cadam) lo atribuyen a la mayor afluencia de familias. “El consumidor final empezó a acercarse con intensidad desde principios del 2015, y este año el fenómeno se profundizó. Calculamos que un 30% del público de los hipermercados migró a los mayoristas”, estimó Alberto Guida, el presidente de la entidad.
“Es cierto que las familias ahora son más -añadió-, pero el comerciante sigue siendo nuestra prioridad porque representa el 80% de la facturación.”
Las cadenas, igualmente, hacen cada vez más esfuerzos para atraer a las familias. Ofrecer nuevos productos, rediseñar góndolas y abrir cajas exclusivas fueron algunas medidas. También que más mercaderías puedan comprarse por unidad, aunque los mejores precios suelen regir llevando bultos de 3, 6, 12 o más.
“Se detecta en todos los niveles sociales. Las familias que van a mayoristas están gastando entre $ 3.500 y $ 5.000 por mes. En muchos lugares, ahora compite con la compra del súper”, remarcó Patricia Sosa, directora comercial de CCR.
Según su estudio, al mayorista van en general familias de clase media y baja con un promedio de 3,9 miembros. Muchas veces, hacen compras comunitarias y reparten. La mitad van cada 30 días y otro 34% aún con más frecuencia. En promedio, compran 1,8 veces al mes.
Yerba, pastas secas, conservas de tomate, galletitas y papel higiénico son los productos más populares, precisan en Kantar Worldpanel. “Se destacan con respecto a la media los rubros de infusiones y cuidado del hogar”, añaden.
Y el mayor atractivo está en las ofertas, que permiten comprar a precios hasta 50% menores. Clarín relevó que un paquete de yerba que está a $ 57 en locales de barrio se consigue a 37 en un mayorista (36% menos). Una lata de tomate aparece a $ 15,60, en vez de $ 25 (37% menos), y un jabón en polvo de $ 45 cae a $ 24 (46% menos ) Los valores también bajan fuerte en galletitas (43%), fideos (39%), arroz (40%), jugos (44%), limpiadores (34%) y papel higiénico (44%).
Lo que no se puede en los mayoristas es pagar en cuotas (aunque sí con tarjeta en un pago). Tampoco hacen envío a domicilio: hay que llevarse todo en un vehículo propio o en taxi. Y a eso se suman colas que los sábados, en algunas sucursales, llegan a dos horas. En la balanza, este año, la necesidad de ahorrar parece haber pesado más que las comodidades.
Por: Martín Grosz